Según habían dicho testigos presenciales de los hechos, el camionero Manuel M. se encontraba desayunando con cinco compañeros en el bar "Almansa" del polígono industrial de Real de Gandía (sur de Valencia) cuando llegó el guardia, vestido de uniforme, y le pidió que saliera a la calle. Ya en el exterior, el agente desenfundó su arma e intentó disparar al transportista pero se le encasquilló el arma, tras lo cual la

Las fuentes de la Guardia Civil desmintieron que el agente llegara a disparar su arma, tal y como se indicó en un principio.

Añadieron que el guardia civil golpeó al transportista en la cara con la culata de la misma arma con que había disparado, tras lo cual se dirigió al cuartel de la Benemérita, en el que se le tomó declaración.

El análisis de los proyectiles determinará si el arma se encasquilló, como afirman los testigos. Amigos de la víctima, que sufrió herida sangrante en la cabeza, comentaron que el agente se encuentra en un proceso de separación de su esposa, que ha sido cobijada en su casa por la mujer del transportista.

Las fuentes del Instituto Armado se limitaron a informar de que el incidente ha sido por "motivos personales" que están siendo investigados.

Según los testigos, el guardia civil había llegado al bar a cuyas puertas ocurrieron los hechos acompañado de otro compañero agente, quien intentó recoger algunas balas que habían caído al suelo, cosa que le recriminaron los clientes del bar por entender que pretendía llevarse pruebas.

Fuentes de la Benemérita concretaron que el segundo agente recogió los proyectiles, pero que los entregó después como prueba a sus compañeros de Policía Judicial.