Cuando a Cospedal y Patxi López se les atragantó el latín

  • El escritor Ignacio Elguero retrata en '¡Al encerado!' la educación de la generación 'baby boom'.
  • Se apoya en experiencias personales y en las de personajes conocidos para ilustrar sobre los colegios de los sesenta, setenta y ochenta.
  • El libro cuenta los problemas para hacer teatro de Juan Echanove, o el miedo a los profesores de Sole Giménez o Pepa Bueno.
La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y el lehendakari, Patxi López, son algunos de los protagonistas de '¡Al encerado!', el nuevo libro de Ignacio Elguero.
La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y el lehendakari, Patxi López, son algunos de los protagonistas de '¡Al encerado!', el nuevo libro de Ignacio Elguero.
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La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y el lehendakari, Patxi López, son algunos de los protagonistas de '¡Al encerado!', el nuevo libro de Ignacio Elguero.

En los años de colegio, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, fue "scout" y el lehendakari, Patxi López, coleccionaba cromos de fútbol y aprendía danzas vascas. Pero ambos tienen recuerdo parecido sobre el latín: ella lo odiaba y a él se le atragantó. Así se lo cuentan al escritor y periodista Ignacio Elguero, que retrata la educación de la generación del "baby boom" y, de paso, aspectos de la sociedad de los sesenta, setenta y primeros ochenta en el libro ¡Al encerado!.

Recrea escenas escolares cotidianas basadas en su experiencia y las apoya con testimonios de políticos, artistas y profesionales de los medios de comunicación, entre otros. Estudiaban en centros religiosos, mayoritariamente, o públicos, cuando no había enseñanza concertada, sino que los alumnos menos pudientes eran "becados" por los colegios, y la FP era la "amenaza" de los malos estudiantes. Aquella educación, explica Elguero, se caracterizaba por la autoridad, la disciplina y la puntualidad, el respeto y la austeridad, que eran las claves, al menos durante el franquismo.

Fueron años "de ahorro" y estrecheces, recuerda Patxi López, cuyo padre, socialista, pasaba "muchas temporadas" en la cárcel, y lo único que, a veces, llegaba a casa era del "fondo de solidaridad" de los compañeros. Las periodista de TVE Pepa Bueno comenta que, en general, en las familias se pensaba que "algo habrías hecho" si te castigaban en el colegio, pues se confiaba en los profesores. Pero también se les tenía miedo, matiza la cantante Sole Giménez, porque, en ocasiones, se pasaban de la raya y "pegaban bastante", además de ridiculizar a algunos alumnos. Sin embargo, la presentadora de TVE Mariló Montero asegura que las monjas no le dieron ni una bofetada.

Para resumir cómo funcionaban muchos colegios, Juan Echanove explica que, en el fondo, eran organizaciones "militares", con sus formaciones y "premios y castigos", según mereciera cada cual. El actor elogia la disciplina en el estudio y rememora la importancia del deporte escolar, mientras que el teatro se veía como algo para inútiles. "En la compañía del colegio éramos todos gordos", apostilla. La clase podía ser un suplicio si te llamaban a la pizarra o la lección era de latín, obligatorio entonces en el bachillerato, o de ortografía.

La lengua de Julio César fue una "tortura" para Pepa Bueno y una "pesadilla" para la escritora Elvira Lindo, pero otros estaban entusiasmados, como la autora Ángeles Caso y el periodista Ángel Antonio Herrera, quien, por el contrario, no soportaba las ciencias. "El interés que ponían en enseñarnos ortografía fue muy positivo, y la prueba es que conozco a muy poca gente de mi generación que escriba con faltas", valora Echanove.

El periodista Juan Luis Cano revive el "pavor" de salir al encerado, sobre todo, claro, si uno no se sabía las preguntas: "Unas veces mirabas hacia abajo para que no te llamasen". Sin embargo, no era un trauma para Ángeles Caso porque era "aplicada". También se estudiaban los principios del Movimiento. "O sea, estudiar falangismo, lo estudiábamos. También es verdad que era una 'maría'", admite Echanove.

Después, a partir de la Ley de Educación de 1970, se dejaba a un lado la ideología en la escuela y se suavizaba la educación religiosa. "Pasamos del capón a las pellas, de que nos pegaran a tutear a los profesores" en muy poco tiempo, indica Elguero, así que el respeto a la autoridad del profesor se perdió en parte por ese rápido cambio. El respeto, argumenta el autor, se debe imponer desde el diálogo, no desde el miedo.

Echanove explica que los años de la transición que pasó en el colegio estuvieron marcados por "la aparición de las chicas y el fin de la misa obligatoria". Según De Cospedal, en su casa se hablaba mucho de política porque sus padres pertenecían a UCD, pero en clase se ponía "mucho cuidado" en no transmitir ideales cuando estudiaba BUP. Y Ángeles Caso asegura que ella y muy pocas compañeras corrían delante de los "grises" con quince años. Mariló Montero comenta que era una cría y en política estaba muy verde: "En los libros no se mencionaba, no leíamos la prensa y las profesoras nos hablaban de los libros, pero no de la vida".

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