Condenados en Palencia dos traumatólogos por la muerte de una paciente por gangrena

Deberán indemnizar, conjunta y solidariamente, con 20.000 euros a los familiares de la fallecida

Tres traumatólogos del Hospital Río Carrión de Palencia, José María M.L.D. y Julio A.M. de A, han sido condenados como autores de una falta de imprudencia leve en relación con el caso de una paciente, María Andrés García, de 82 años y vecina de Guardo, que falleció en 2006 por gangrena tras ser arrollada por una motocicleta.

La sentencia del Juzgado de lo Penal número 1 de la capital palentina absuelve a ambos facultativos del delito de homicidio por imprudencia del que venían siendo acusados por el Ministerio Fiscal y la acusación particular, que habían pedido para ellos penas de dos y tres años de cárcel, respectivamente, así como, por el mismo orden, cuatro y seis años de inhabilitación y el abono de indemnizaciones de 60.000 y 223.228 euros.

Sin enmbargo, el juzgador entiende que los dos traumatólogos son autores de una falta del artículo 621.2 del Código Penal y resuelve imponer a cada uno el pago de una multa de 1.800 euros y la obligación de indemnizar a la familia de la víctima, de forma conjunta y solidaria, junto con la asegurada Zurich y el Sacyl, como responsables civiles directo y subsidiario, respectivamente, con un total de 20.000 euros por daños morales, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

En el caso de ambos condenados, la sentencia determina que su imprudencia leve se debió a que no realizaron un correcto examen de la extremidad de la paciente, levantando en su caso el vendaje, "actuación que, sin llegar directamente a provocar la gangrena (causa inmediata del fallecimiento), propició que se desarrollase un proceso isquémico (causa mediata) que sirvió necesariamente para que se desarrollase aquella".

Un tercer traumatólogo, Fernando C.T, para quien sólo la acusación particular interesaba también pena de cárcel, ha quedado absuelto de todos los cargos al entender el tribunal que no actuó contra la lex artis dado que, antes de colocar una férula a la paciente, comprobó que las heridas de la pierna afectada estaban curadas y el apósito que las cubría limpio.

Los hechos se remontan al viernes 7 de julio de 2006 alrededor de las 18.00 horas cuando María Andrés García fue atropellada por una motocicleta en la localidad palentina de Guardo, motivo por el que tuvo que ser trasladada al citado hospital debido a sus heridas en frente, tibias, y en los codos tras la caída.

En el Servicio de Urgencias del citado hospital se le practicaron varias radiografías y se le diagnosticó fractura cerrada de mesa tibial en extremidad inferior derecha, por lo que el traumatólogo de guardia, Fernando C.T, absuelto de todos los cargos, le colocó una férula para inmovilizar la pierna y le practicó una analítica preoperatoria.

A partir de las primeras horas del día siguiente, estando de guardia en el Servicio de Traumatología el condenado José María M.L.D, médico especialista, es cuando la paciente comenzó a sentir fuertes dolores en la pierna lesionada, motivo por el que se le adelantó en varias ocasiones la medicación analgésica, si bien como por la tarde persistía la situación el citado médico, ante las insistencias de la familia, pasó a visitar a la paciente, aunque sin siquiera llegar a entrar en la habitación, sin, por tanto, examinarla y sin que diera instrucciones precisas al personal sanitario.

José María M.L.D. no volvió a interesarse por su paciente, hasta que se produjo su relevo hacia las 10.00 horas del día 9 de julio. A partir de ese momento, entró de guardia el segundo de los condenados y médico especialista Julio A.M. de A, que tampoco visitó a la anciana hasta que sobre las 14.00 horas, también por indicación de la familia, acudió a la habitación ante el empeoramiento del estado general de la ingresada

Ante ello los familiares optaron por avisar a una amiga de la familia que trabajaba en el propio hospital para que subiera a verla cuando terminara su turno. El hecho de que la paciente tuviera los pies amarillos y fríos hizo pensar a su hija María Piedad, vecina de Valladollid, que se trataba de algo más grave de lo que le indicaban.

Finalmente, ante este hecho, sobre las 23.00 horas la médico amiga de la familia retiró una parte de la escayola de una pierna para comprobar que había una ampolla de unos cinco centímetros, circunstancia que puso en conocimiento del personal sanitario y de Julio A.M. de A, que sobre las 02.30 horas del día 10 diagnosticó que la anciana tenía la pierna gangrenada y aconsejó la extirpación de la extremidad.

Tras practicarle una fasciotomía, fue ingresada en la UCI donde los médicos que la atendieron dijeron que llegó demasiado tarde, sufrió un shock séptico, gangrena gaseosa, fracaso multiorgánico y finalmente, el fallecimiento.

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