Se ha dicho que el director general de Comunicación no se priva de entrometerse en la vida privada de cierta colega, incluso por escrito, en lo que se podría calificar sencillamente de campaña de difamación, con las consecuencias que son fáciles de prever.Otrosí –y seguiremos sin dar nombres, fáciles de descubrir– se cita el caso de otro director general condenado en firme por los Tribunales y que sigue ejerciendo –más bien despóticamente– sus funciones. Precisamente, fue en el ejercicio de éstas donde cometió la infracción sancionada por los jueces, por lo que, en buena lógica hubiera debido de incoársele un expediente administrativo. En resumen, dirían algunos, que el viaje transatlántico del presidente de la Junta está más que justificado por esta atmósfera envenenada, muy ajena al turismo político.