Los hechos comenzaron en 1989, cuando las niñas tenían uno y dos años de edad, respectivamente, y tuvieron que intervenir los servicios sociales porque la hermana mayor no estaba bien atendida y tenía moratones. La pareja tuvo problemas y la mujer se trasladó a

En 1992, cuando residían en León por motivos laborales, los Servicios Sociales recibieron varias denuncias de los vecinos por las lesiones que presentaba la niña.

Por ello, la Junta de Castilla y León declaró a la niña en situación de desamparo y se hizo cargo de su tutela durante unos meses de 1993.

Un año después, regresaron a Villamediana de Iregua y escolarizaron a la niña en el colegio público de la localidad, que envió diversos informes a la Consejería de Bienestar Social sobre los moratones que presentaba la pequeña.

En 1998, la niña, que tenía diez años de edad, volvió a ser acogida durante un mes en un centro público porque sus padres la habían dejado sola en casa y se habían trasladado a Gijón.

Según el fallo judicial, en 1999, cuando falleció la abuela materna, regresó con su padres y su hermana la otra niña, que también presentó cojeras, ojos morados, quemaduras y marcas en las piernas que las pequeñas siempre atribuían a accidente por miedo a represalias.

Esta situación continuó hasta diciembre del 2001, cuando las menores pidieron protección en la Dirección General de Servicios Sociales.

Allí admitieron que sus padres les golpeaban todos los días, les impedían relacionarse con otras niñas, les obligaban a hacer las tareas domésticas y les alimentaban de forma deficiente.

Las niñas, una de ellas ya mayor de edad, se alojaron en un centro público y posteriormente en un piso de acogida de Cruz Roja.

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