Russel Brand o la doble vara de medir la promiscuidad según el género que la practique

El humorista y actor británico Russell Brand, acusado de varios delitos sexuales, se escuda en su promiscuidad para 'justificar' los errores que haya podido cometer. 
La película Nymphomaniac
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La película Nymphomaniac

Mientras la Policía Metropolitana de Londres ha abierto una investigación por "varios supuestos delitos sexuales" contra Russell Brand, el actor ha grabado un vídeo en el que no duda en recurrir a la promiscuidad que envuelve a su pasado en un nuevo intento de emplear las normas patriarcales para excusar su comportamiento. 

"La misoginia se explica en el momento en el que cuando Russell Brand emplea su propia promiscuidad como una defensa ante las acusaciones, la gente le jalea. Sin embargo, cuando una mujer alega haber sido abusada sexualmente, su promiscuidad es empleada como un arma para mermar sus argumentos, para hacer que sea menos creíble y para demonizarla", denuncia Maya Oppenheim, periodista del medio británico The independent, en sus redes sociales.

En muchas ocasiones, las mujeres que sufren violencia sexual, para ser creídas en un proceso judicial, han de negar su autonomía sexual, cuando ni esta ni el deseo tendrían que restar un ápice de veracidad al relato. No es este, ni mucho menos, el primer caso en el que la promiscuidad se emplea para justificar un abuso. Brock Turner, el estudiante de la Universidad de Stanford condenado por violación, aseguró en su declaración ante el tribunal que sus acciones fueron producto de la cultura de la bebida, de la presión de grupo y cómo no, de la promiscuidad sexual. Sí: para muchos, la promiscuidad es el comodín del público, el as en la manga o la palabra mágica que exime.

Sí, para muchos, la promiscuidad es el comodín del público, el as en la manga o la palabra mágica que exime.

La promiscuidad como pretexto

¿Por qué la promiscuidad, asociada al hombre, se emplea como excusa o justificante para el abuso? Responde Noemí Casquet, periodista y escritora especializada en sexualidad. "Al hombre se le asocia un instinto animal que está por encima de su control. Me parece un insulto hacia los hombres, porque de algún modo le trivializan y minimizan su capacidad de consciencia, de control e de ser humanos, de tener gestión emocional y de controlar sus impulsos. Creo que se nos ha presentado un hombre incontrolable que tiene una bestia dentro que no puede controlar y que por ello, viola y abusa. Venden la idea de que es su propia naturaleza, pero estoy en contra, porque los hombres, lógicamente, tienen capacidad de gestionar sus instintos", asegura.

El especial de Netflix de Russell Brand
El especial de Netflix de Russell Brand
Netflix

"El problema es que ahora la gestión emocional y de los impulsos, especialmente de los masculinos, no están sobre la mesa, y en un imaginario colectivo, a través de la cultura y sobre todo, en un contexto familiar, escolar y laboral, se sigue perpetuando la imagen de hombres cuya gestión emocional pasa a través de la rabia. Esa rabia estimula un impulso que no puede controlar y favorece un arquetipo que necesita trabajo social para ser deconstruido. Por eso, a día de hoy, se justifica muchas veces que el hombre toque sin permiso. Eso no sólo lo perpetuamos las mujeres, sino que ellos también lo perpetúan entre ellos. Por eso, ante violaciones grupales, nos preguntamos cómo es posible que ninguno de ellos se haya dado cuenta. Ahí entra la presión social de grupo", comenta Noemí Casquet.

Hemos de señalar que la masculinidad se articula alrededor de la hipersexualización y del derecho a la insistencia, como si el "no" de una mujer pudiera ser cuestionado, así como su deseo. La sexóloga de Gleeden, Mariona Gabarra, señala que para la mujer, la promiscuidad es una losa porque a muchos hombres les interesa esa aceptación que había antes de las violaciones y de forzar a las mujeres a tener relaciones sexuales alegando ese deseo sexual irrefrenable

"A día de hoy, siguen sin querer aceptar ese control con respecto a abusar de una mujer. En consulta trato a muchas mujeres que han sido violadas o abusadas sexualmente y siempre me encuentro en ellas ese sentimientos de culpa, ese "quizás no supe decir bien que no", ese "quizás me dio miedo y me callé, y no tenía que haberlo hecho"… Ni una de ellas piensa que no tiene la culpa de lo que le han hecho. Ya no tenemos que trabajar sólo entonces en la violación, sino en el sentimiento de culpa. Eso sí, gracias a la evolución que estamos teniendo, ha habido un cambio. Antes, cuando alguien era abusada o violada, en muchos casos no conseguía la validación de personas cercanas, como sus padres o amigos. A día de hoy, sí tiene la validación de alguien importante de su familia que le ha creído y le ha apoyado", asegura.

Cuando las acusaciones al actor salieron a la luz, volvió a repetirse la dinámica que en tantas otras ocasiones ha tenido lugar en el instante en el que un personaje público es señalado: media industria lo sabía. Por si fuera poco, figuras como el misógino confeso Andrew Tate y Elon Musk, han apoyado públicamente al actor. Como escribe en 'El fin del amor' Eva Illouz, "la promiscuidad es una impronta de poder sexual para los hombres, mientras que para las mujeres, es a lo sumo una marca ambigua o bien un estatus moral inferior".

La opresión de la sexualidad femenina

Casquet explica que la sensualidad de las mujeres en su forma de vestir, su energía e incluso la mirada son detonantes para la falta de control de los hombres. Indica que el cristianismo hizo que la sexualidad femenina haya estado oprimida a causa de la naturaleza gestante de la mujer. "Por eso, si queremos tener relaciones sexuales con diferentes hombres, se nos achaca una promiscuidad que en el caso de ellos, no existe. Aquí entran entonces quienes nos acusan de malas madres, malas mujeres, inmaduras, personas descontroladas, enfermas… Cuando una mujer es adicta al sexo, se habla de ninfomanía, una palabra que se usa gratuitamente, pero cuando a un hombre le sucede lo mismo, el término sátiro pocos lo emplean, pues lo desconocen. Hoy, aunque sabemos que hay muchos mitos en torno al deseo sexual, la promiscuidad y liberación sexual, seguimos perpetuando esos ideales porque ha pasado poco tiempo para que se pueda deconstruir. Se necesitan grandes saltos generacionales. A nivel sistémico, se perpetúa esta losa, porque estamos rodeados de estímulos que la perpetúan", asegura.

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