El futbolista Fernando Torres se casó ayer, en el ayuntamiento de El Escorial, con Olalla Domínguez, su novia de toda la vida. El día en el que todos los medios miraban hacia la final de la Champions, el jugador del Liverpool contraía matrimonio con su chica en una ceremonia civil muy discreta a la que tan sólo acudieron dos testigos.

Torres, siempre muy celoso de su vida privada, no llegó siquiera a desmentir el lugar en el que se produciría el enlace cuando se especuló que podría ser en la catedral de Santiago de Compostela.

Al parecer, la intención de la pareja era casarse en dicha catedral el próximo mes de junio, después de que Olalla diera a luz. Sin embargo, han decidido adelantar los planes de boda y contraer matrimonio antes de que nazca su primer hijo.

La pareja, que se conoce desde hace diez años y que actualmente vive en Mersey (Reino Unido), cumplió el miércoles sus deseos de intimidad al casarse alejados de las cámaras.

Como curiosidad, Olalla eligió un vestido del inusual color rojo para casarse, una prenda además muy cómoda y adecuada para el avanzado estado de gestación en el que se encuentra la joven gallega.