El director del Primavera Sound: "Siempre incluimos algún grupo para incomodar al público"

Alberto Guijarro, codirector del festival Primavera Sound, en una foto de archivo
Alberto Guijarro, codirector del festival Primavera Sound, en una foto de archivo
Hugo de la Rosa
Alberto Guijarro, codirector del festival Primavera Sound, en una foto de archivo

Iba para químico pero desde hace doce años dirige con esmero, y con la ayuda de tres socios, el Primavera Sound. Alberto Guijarro considera que la fuerza de este festival, en crecimiento pese a la crisis, tiene que ver con la devoción melómana que impulsó el proyecto. Y aunque se niega a valorar otras citas musicales que tienen lugar en la Península, opina que la suya, hoy por hoy, no tiene competencia. "Nos dirigimos a otros públicos", matiza. En esta edición esperan a 70.000 asistentes, muchos de ellos atraídos por un cartel copioso, independiente y refinado.

¿Qué le produce más química: la música o un negocio rentable?

Uno empieza por amor a la música y luego aprende a llevar un negocio.  Se nota cuando una empresa es fruto de la pasión: la marca es más fuerte y hay más lealtad entre el público.

¿Hay mucha gente que repite?

Hay mucha fidelidad. El festival vende cerca de 15.000 abonos antes de diciembre, cuando aún no se ha anunciado ningún grupo del cartel. La gente confía en la marca.

¿Cuál es la fórmula mágica?

El festival empezó en la escena indie, pero rápidamente comenzó a romper fronteras. Siempre buscamos tener a bandas consagradas, que han tenido algo que decir en la historia de la música, así como a los grupos que han sido influenciados  por esos grupos, pero que han hecho una relectura de su estilo y aportan algo nuevo. Luego siempre hay artistas para incomodar al público y que se pregunte: "Y este, ¿qué hace aquí?". En el Primavera ha habido flamenco y new age, y este año hay metal y worldmusic. Los cruces son muy interesantes.

¿Cómo se llevan con la competencia, o ya ni siquiera el FIB lo es?

No consideramos al FIB competencia porque tenemos estilos y públicos diferentes. En el Primavera hay 250 grupos, muchos más que los que hay en otros festivales, y nuestra personalidad no se representa tanto a través de los cabezas de cartel como por todas las bandas emergentes. Muchos de los que vienen quieren descubrir nuevas formaciones que, de alguna manera, están escribiendo la nueva historia de la música.

¿En qué etapa se encuentran?

Como marca, el Primavera está en expansión. Este año tenemos dos ediciones en lugar de una: la de Barcelona y la de nueva de Oporto. Pero la crisis se ha notado en los hábitos de compra: la gente local está comprando más entradas de día y menos abonos.

¿No ha habido recortes en el caché de los artistas?

Los cachés subieron durante la saturación de festivales, entre 2007 y 2008. Las luchas por los artistas dispararon precios. Ahora siguen altos porque los ingresos de los músicos ya no vienen tanto de los discos como de los directos.

¿De qué cantidades hablamos?

No podemos revelarlo, por contrato... Pero, en general, pueden ir desde 5.000 euros hasta... ¡Nosotros no hemos pagado nunca un millón de euros por un artista, pero he oído que algún festival lo va a hacer este año!

Sus tarifas tampoco son 'low cost'...

Es fácil de explicar: algunos festivales cuentan con una subvención de un millón de euros y pueden destinarlo a rebajar el precio de la entrada. La Administración se la concede para promocionar la ciudad donde se celebra, o la región. El Primavera Sound no tiene subvención, únicamente recibe 120.000 euros para desarrollar el PRIMAVERA Sound Pro, dirigido a profesionales. Esa es la razón por la que un festival puede costar 40 euros y otro, tres veces más. Las subvenciones están distorsionando el mercado completamente.

¿Qué cuesta un festival como el Primavera Sound?

Ha costado 7 millones cuatrocientos mil euros. Eso incluye todo: los artistas, la organización, montaje, comunicación...

¿Es mejor no ofrecer acampada?

Es una de las cosas que ha determinado el tipo de público que acude al Primavera, que es más mayor que la de otros festivales. Aquí va desde 25 hasta casi 40 años, mientras en otros la edad media es de 22.

Hay gente que se ha quejado por las distancias entre escenarios.

Hay ocho escenarios y de punta a punta hay 2 kilómetros, pero en Glastonbury hay siete. Para los guiris no es grande, sino muy manejable. Si quieres que el sonido no se cruce entre un escenario y otro, la distancia es esencial.

¿Qué concierto no se va a perder?

Como grupo consagrado, quiero ver a The Cure. Wilco siempre me interesan. Y, después, iré indagando. Me llaman la atención Grimes, que está subiendo como la espuma, Other Lives y Nick Garrie. Este último es un músico de los 60 y 70 que he descubierto ahora.

¿Qué artista es la cuenta pendiente del Primavera?

Estuvimos a punto de tener a David Bowie pero canceló por su problema de corazón. Sería estupendo tener la oportunidad de verlo en directo. Es el artista que más pide la gente.

¿Y la actuación más emblemática del Primavera?

Recuerdo la de White Stripes, cuando aún no habían pegado el pelotazo. Estaba  cayendo una tormenta impresionante pero la gente ni se movió, dieron todo un conciertazo. O la del regreso de Pulp el año pasado, que la dedicó a los indignados recién desalojados de la Playa Catalunya. Y un directo de Wilco hace un par de años: se me ocurrió subir a mi hija al escenario mientras tocaban. ¡Ver la cara de la niña cuando vio al grupo y toda esa explanada llena de gente sí que fue un espectáculo!

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