El zapato de tacón es uno de los calzados más elegantes a la par que incómodos que existen.
Algunos datan su origen en el siglo XVI, pero otros historiadores lo sitúan en el Antiguo Egipto, y fue inventado para ser calzados exclusivamente por hombres.
Ya en la Grecia antigua, los actores de teatro utilizaban una especie de tacones, conocidos como kothorni. Estos tenían una suela de corcho de madera y medían entre 8 y 10 centímetros.
La altura del tacón tenía como objetivo diferenciar el estatus social de los personajes de la obra. Cuanto más alto era el tacón, más poder poseía.
Durante la Edad Media el tacón volvió a ponerse de moda, pero entonces eran más parecidos a unas sandalias acolchadas que elevaban el pie para no dañarlo. Se llamaban estampados y ya tanto hombres como mujeres los calzaban.
A su vez, en Venecia comezó a popularizarse hasta el siglo XVII lo que se conocían como chapines. Algunos medían hasta 50 centímetros.
El gran cambio que dejó los zapatos de tacón como una vestimenta única de mujeres se produjo a comienzos del siglo XVIII. La moda fue variando, haciendo los zapatos de las mujeres más redondeados y delicados. Mientras, los de los hombres comenzaban a tornar a una bota más cuadrada y con poca elevación; y poco después, eran contemplados como un signo de feminidad.
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