Se conoce la gran afición de los alemanes por su producto nacional, la salchicha. Pero un carnicero en Baviera ha llegado al extremo de dedicarle un hotel temático, desde luego no apto para veganos o vegetarianos.
Todo recuerda y rinde homenaje al producto. Sus paredes están forradas al milímetro por imágenes de embutidos. Las camas tienen almohadas en forma de salchicha, que también cuelgan de los techos.
Cada peldaño de la escalera representa los variados tipos de este producto alemán. Y en el baño, hasta las pastillas de jabón tienen esa forma.
Toda esta ocurrencia es obra de Claus Boebel, un carnicero que ha querido promocionar el producto estrella. Por menos de cien euros se puede pasar la noche, y de paso abastecerse de esta especialidad culinaria.
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