Uno de los grandes tabús de la sociedad es el tema de lasrelaciones sexuales con animales, algo que choca bastante cuando, en mi empeñopor buscar información sobre este asunto, me doy de frente con cientos depáginas pornográficas con este tipo de contenido (aberrante, en mi opinión).

Lo cierto es que en España la zoofilia ya se considera un delito tipificado en el Código Penal, así como la explotación sexual de animales con fines lucrativos (se considera un negocio delictivo). A partir de ahora, quienes practiquen sexo con animales ocomercialicen con ello pueden enfrentarse a penas de cárcel de hasta tresaños. Hasta el momento solo estaba penado el abandono o el maltrato. Otros países como EEUU condenan desde 2012 lasrelaciones sexuales con animales, considerándolas un crimen contra lanaturaleza.

La zoofilia, también llamada bestialismo, es algocomún en algunas civilizaciones alejadas de la occidental. En India,por ejemplo, aún existe una tradición donde se castiga a determinadas mujeres acontraer matrimonio con perros.

Tribus como la de los Yoruba, en Nigeria, mantienen como costumbretener relaciones sexuales con el primer antílope que un joven caza. Y en lugarescomo en Ponapé, en los Estados Federados de Micronesia, se practica laformicofilia: hormigas colocadas sobre elclítoris para llegar al orgasmo femenino.

En mi opinión, un animal es un ser vulnerable, y aunque pensemos que no tienen derechos, no significa que puedan ser sometidos a vejaciones. Este es el motivo por el que, para mí, se deben condenareste tipo de actos violentos. La realidad, sin embargo, me dijo exactamente locontrario cuando observé que internet es una de las grandes plataformas denegocio y explotación sexual de animales. ¿Cómo parar a la bestia cuando losbestias somos los propios seres humanos? Considero que es todo cuestión de doble moral, sensacionalismo, morboy falta de valores. Esta es la sociedad que estamos creando por permitir que elinstinto más animal se apodere de nosotros mismos.