La familia galesa formada por Clwyd Howatson y su esposo, Anwen, viven, desde hace cuatro décadas, en un medio de la glorieta A525 del barrio de Denbigshire (Gales, Reino Unido) después de que sus progenitores se negaran a irse mientras se construía la rotonda a su alrededor. 

"He vivido en la rotonda durante más de 40 años, así que es prácticamente todo lo que sé. También habíamos vivido aquí durante 20 años antes de eso, así que ha sido parte de la familia durante mucho tiempo", expresó Clwyd. 

En 1960, los padres de Anwen, David John y Eirian Howatson, decidieron mudarse a su bungalow en el vecindario de Denbigshire. Aproximadamente 20 años después, las autoridades tocaron su puerta para informarles de que en el lugar donde estaba su propiedad se iba a construir una rotonda y que deberían mudarse. 

La familia Howatson se negó a buscar otro lugar para vivir. Ante esta actitud, las autoridades construyeron la rotonda alrededor de la vivienda y, desde entonces, todos viven allí. 

Según contó Clwyd, la mayoría de las personas les preguntan cómo llegan a su casa y si es muy ruidoso vivir en medio de una rotonda. "Diría que es como vivir junto a cualquier calle, pero no es tan malo. Tenemos doble acristalamiento, así que no es algo que nos moleste y la calle solo se llena mucho en las horas punta, que es solo unas pocas veces al día", explicó Anwen. 

Como punto negativo, la familia destacó que el mayor desafío es recibir paquetes ya que comparten el mismo código postal que las casas de los alrededores y, de forma general, los repartidores tardan en darse cuenta de que la casa está en medio de una glorieta. 

“Normalmente le damos instrucciones, pero termino diciendo: 'No, no, no estamos en la rotonda, estamos en ella' y siempre suenan un poco dudosos hasta que llegan aquí”, contó Clwyd Howatson. 

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La vivienda ha pertenecido a la familia durante tantos años que no tienen previsto abandonar la casa ya que su hogar es único y peculiar. Además, Anwen destacó que en sus 40 años viviendo allí no ha tenido dificultad para incorporarse, conduciendo, a la glorieta. 

"No tenemos ningún problema con eso, solo tendemos a esperar hasta que esté un poco más tranquilo", confesó Anwen y agregó, a modo de anécdota, que al principio las personas rodeaban la rotonda por el camino equivocado.