Rebecca Mack era una enfermera de oncología pediátrica en un hospital en Northumberland, Inglaterra. El pasado mes de abril contrajo el coronavirus y murió a causa de la Covid-19, no sin antes contagiar a su padre, Alan, de 62 años. Ahora, él se dedica a ayudar a los demás a superar la enfermedad.

Alan superó la enfermedad y ahora es donante de plasma, con el objetivo de que sus anticuerpos puedan curar a otros pacientes de coronavirus. Este plasma se transfunde a aquellos enfermos que no son capaces de generar su propia respuesta inmune.

"Me siento orgulloso, orgulloso y privilegiado", dice Alan Mack, en declaraciones recogidas por el Mirror. "Si puedo ayudar a una persona donando mi plasma sanguíneo, es más que suficiente", dice.

"No quiero que nadie más pase por la terrible prueba que hemos pasado. Ser capaces de donar en su memoria nos está ayudando", dice.