Vinokourov, el último gran nombre de una larga lista de tramposos

  • El caso Festina escandalizó en 1998 al ciclismo.
  • La Operación Puerto sacó a la luz prácticas de grandes corredores.
  • Floyd Landis, el ganador del año pasado, fue el penúltimo gran golpe.
  • Encuesta: ¿un caso aislado en este Tour?
El corredor kazajo del Astana Alexandre Vinokourov, celebra en el podio tras ganar la etapa (Efe).
El corredor kazajo del Astana Alexandre Vinokourov, celebra en el podio tras ganar la etapa (Efe).
EFE
El corredor kazajo del Astana Alexandre Vinokourov, celebra en el podio tras ganar la etapa (Efe).

El positivo de Vinokourov es el último de una larga lista que sigue en el Tour, a pesar de los esfuerzos de la organización por desterrar a los ciclistas que hacen trampas. La transfusión ilegal del kazajo ha provocado registros (fotos) a conciencia de los gendarmes franceses en el hotel de su equipo, algo que empezó con el ‘caso Festina’ en 1998.

El 8 de julio de ese año se detuvo el coche del masajista del equipo Festina Willy Voet, cargado de sustancias dopantes. Ahí comenzaron los golpes a un deporte que trata por ganar credibilidad pero al que los escándalos enturbian año a año.

De ese Festina, todos los corredores salvo Pascal Hervé y el ídolo local, Richard Virenque, reconocieron su implicación en la trama colectiva de dopaje. Años más tarde terminaron admitiendo su culpa. Pero la gendarmería francesa también descubrió productos prohibidos en un camión del equipo holandés TVM, que aprovechó la llegada del Tour a Suiza para abandonar la ronda y así eludir la acción de la justicia francesa, ante la que debían presentarse dos días después.

Los equipos españoles ONCE, Banesto, Vitalicio Seguros y Kelme tampoco llegaron a París y se retiraron como protesta al acoso de la gendarmería gala.

Un año después, en 1999, el belga Ludo Dierckxsens, del Lampre, fue apartado de su equipo por los responsables técnicos al descubrir que estaba medicándose con corticoides.

Los españoles también tuvieron su parte de protagonismo negativo, ya que Txema del Olmo, del Euskaltel, y Javier Pascual Llorente, del Kelme, dieron positivo por EPO en las ediciones de 2001 y 2003. La Operación Puerto dejó muchas sospechas:

En el 2004, otro positivo, esta vez por metadona, del belga Christophe Brandt, del Lotto, dejó su mancha en el Tour, que se quedaría pequeña en comparación con la marea negra que significó la 'Operación Puerto' y el positivo del estadounidense Floyd Landis en el Tour de 2006.

La trama donde el médico Eufemiano Fuentes y Manolo Saiz, director del Libery Seguros donde corrió Roberto Heras, fueron protagonistas salpicó a muchos. A Iván Basso, Jan Ullrich o Francisco Mancebo, además de varios corredores del Liberty, se les prohibió tomar la salida en Estrasburgo.

El final del Tour 2006 aún fue peor. Floyd Landis, amarillo en París, dio positivo por testosterona en un control efectuado tras su espectacular demostración camino de Morzine en la que se recuperó de la pájara del día anterior en La Toussuire e inclinó el Tour a su favor.

El del 2007, que parecía ser el de la "limpieza", tras las confesiones de varios ciclistas del Telekom, entre ellas la del danés Bjarne Riis, que confesó que había ganado el Tour de 1996 dopado, ha vuelto a recordar con el positivo de Vinokourov que la suciedad sigue incrustada en las cada vez más áspera piel del ciclismo.

Si se puede sacar algo "positivo" que no sea sinónimo de malas noticias es que con la caída de otra figura, las instituciones y estamentos del ciclismo se reafirman en su decisión de combatir contra viento y marea esta lacra.

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