"Ya no tendré que volver a responder nunca más si soy el mejor jugador que no ha ganado nunca un grande". Con esa frase, Sergio García dejó claro el peso que se ha quitado de encima, el que le señalaba como un gran golfista, pero que tenía la pesada losa de no haber logrado nunca la victoria en uno de los grandes torneos (Masters Augusta, Abierto Británico, Abierto de Estados Unidos y Campeonato de la PGA.

El castellonense empezó el último día como colíder, y esta vez no le pesaron los nervios o la responsabilidad. Llegó al desempate contra el inglés Justin Rose, gran amigo suyo, y logró el ansiado major, el gran título que faltaba en su palmarés. Para ello, ha necesitado 74 intentos, más que nadie en la historia para lograrlo. Su constancia ha tenido un merecido premio.

Sergio García estaba llamado a ser uno de los grandes nombres del golf mundial desde muy joven. Su talento hizo que todos auguraran una carrera llena de éxitos y triunfos en grandes torneos, pero el castellonense ha tardado en conseguir el que siempre ha sido su gran objetivo.

"La clave ha sido la demostración de mi carácter y mi mentalidad. Pensé de manera positiva cuando las cosas no me salían en el hoyo 10 y 11", dijo tras su victoria el golfista. Porque su cabeza, su mentalidad, siempre han sido señalados como las ‘culpables’ de que el español se quedara siempre a las puertas del éxito, que fallara cuando todo parecía a su favor.

"No voy a mentir, ese pensamiento cambió bastante a lo largo de los años. Me empecé a sentir incómodo en Augusta, pero hace tres o cuatro años hice las paces. Empecé a aceptar que te da lo mismo que te quita. Por eso estoy aquí, con esta chaqueta", afirmó con orgullo.

Ahora, y a los 37 años, su nombre acompaña al de Severiano Ballesteros y José María Olazábal como únicos españoles no solo que se han enfundado la chaqueta verde del Masters de Augusta, sino también únicos que han logrado la victoria en un major.

Sergio García era ya una figura importante del golf y del deporte español en general. Ha logrado diez victorias en el circuito de la PGA, y 12 en el de la EPGA. Y se había quedado a las puertas de la victoria en un grande en varias ocasiones, con dos segundos puestos en el Abierto Británico, dos segundos y un tercero en el Campeonato de la PGA y un tercero en el Abierto de Estados Unidos.

Su victoria en Augusta hace que, por fin, su impresionante trayectoria se vea reconocida. Porque, no nos engañemos, tantas veces de quedarse a las puertas había hecho que no se le reconociera su enorme talento. Se ha quitado un gran peso de encima que le hará afrontar los siguientes retos con una presión mucho menor, y está en una edad en la que aún tiene mucho golf que ofrecer. Convertirse en uno de los grandes del deporte español es su siguiente reto.