El baloncesto español vive un momento dulce tanto en las selecciones absolutas como en su base. El último éxito ha llegado desde Sopron, Hungría. Allí el combinado femenino Sub-20 puso la guinda a un brillante Europeo, con recital en la final incluido ante Serbia (69-50) para conquistar su cuarto oro continental consecutivo y el séptimo en ocho años.

El palmarés de las secciones femeninas no ha dejado de creceer en los últimos años. Solo la selección absoluta ha subido a un podio por año desde que conquistara el Europeo de Francia 2013. En este tiempo se ha colgado la plata olímpica de Río2016, una plata mundial y dos oros y un bronce europeos.

No obstante, del triunfo de Sporon destacan el talento de las perlas de la FEB y el trabajo que se está haciendo desde la base. Y es que, conseguir este flujo de éxitos en una categoría de formación, en la que se trabaja con diferentes generaciones, aumenta el hándicap y el mérito del equipo.

No hay que olvidar que varias de las integrantes de la ‘SelFem’ que lucharán por el oro mundial este verano en Tenerife, como Alba Torrens, Marta Xargay, Silvia Domínguez o Laura Gil (la jugadora con más medallas igualada con Pau Gasol), también ganaron el título sub-20.

Ellas  son el espejo de las joyas que están por pulir, como Iris Mbulito, María Dolores Pendande, Paula Ginzo, Naira Cáceres, Laura Peña, Laia Solé… y las demás jugadoras que están creciendo a ritmo de medalla para tomar, algún día, el relevo de las que fueron sus referentes.

“Convertirnos en referentes para las niñas es otra medalla tan importante como las que hemos conseguido estos años. Ese es el gran legado del éxito”. Con estas palabras la capitana Laia Palau apuntaba en 2017 a una medalla que no se gana en ningún torneo pero, según parece, también está cerca de llegar.