Aunque el Cofidis francés ya había anunciado su decisión de dejar el UCI ProTour, el elitista circuito impulsado por la Unión Ciclista Internacional bajo el argumento de que recogía las mejores carreras, este martes, coincidiendo con la primera jornada de descanso del Tour, se le ha dado un golpe casi letal.

Los 17 equipos presentes en el Tour de Francia (los tres restantes pertenencen a la categoría continental profesional) acordaron de forma unánime renunciar a la licencia ProTour y anunciaron un acuerdo con los organizadores de las tres grandes vueltas para poner en marcha un nuevo proyecto común, al que invitaron a sumarse a la Unión Ciclista Internacional.

En un comunicado conjunto, las 17 formaciones del ProTour, todas menos el Astaná, excluido del Tour por los organizadores, aseguran que "trabajan para desarrollar un nuevo sistema de organización del ciclismo profesional" para sustituir al puesto en marcha por la UCI en 2004 y que nunca ha contado con el respaldo de las tres grandes vueltas por etapas.

Un sistema polémico

La intención de la Unión Ciclista Internacional era crear una liga de pruebas en la que una serie de equipos, la élite del ciclismo, compitiese con sus mejores hombres. Un objetivo un tanto abstracto, dada la extensión de una temporada ciclista y los problemas de calendario.

Esta nueva liga, el UCI ProTour, tendría una clasificación y, además, contribuiría a extender a nivel organizativo el ciclismo más allá de sus fronteras más tradicionales, es decir, Europa. Pronto se vio que uno de los grandes peros era el económico. Los patrocinadores debían aumentar su inversión; eso sí, se garantizaban una competición cerrada. Sin ascensos, sin descensos.

El pulso entre la organización del Tour de Francia y la Unión Ciclista Internacional, un auténtico cisma en el que los corredores han sido unos peleles y un arma arrojadiza más, parece que ha llegado a uno de sus últimos capítulos. El Tour, que dejó definitivamente el calendario ProTour a comienzos de año, se ha salido con la suya.