Zidane y Raúl Bravo dan un respiro a Luxemburgo

Dos goles en menos de un minuto, cuando el Real Madrid parecía tener el encuentro perdido ante la Real Sociedad, permiten ganar tiempo a Vanderlei Luxembugo, que a cinco minutos del final se veía ya destituido.

Robinho, en el minuto siete, demostró que no está en su mejor momento y, tras una asistencia de Beckhan, el delantero brasileño erró un mano a mano con Riesgo, quien adivinó su intención.

Ocho minutos más tarde, una triangulación entre Zidane, Roberto Carlos y Guti no tuvo la culminación deseada al fallar el jugador madrileño uno de esos remates que acostumbra a llevar al fondo de la red.

Los donostiarras, pendientes sobretodo de lo que pudieran hacer Nihat y De Paula, trataban de controlar el balón y alejarlo de su campo, tarea que no siempre fructificó porque el dibujo dispuesto por Vanderlei Luxemburo ahogaba la línea de creación local y sus jugadas de ataque rara vez pasaban de los tres cuartos de campo.

Beckham, aquejado de una lumbalgia y duda hasta última hora, se echó el equipo a la espalda y a la primera ocasión de gol que había gestado con Robinho sumó un par de ellas más antes del descanso.

El encapotado cielo de San Sebastián se le abrió, sin embargo, a la Real en el minuto 43, cuando el árbitro castigó con penalti un forcejeo inocente entre Roberto Carlos y De Paula en una zona lejana a la portería.

Xabi Prieto, con su calidad habitual, batió a Casillas y estableció un 1-0 inesperado y muy celebrado antes del descanso.

El segundo gol local llegaría en el minuto 60 y tuvo a Xabi Prieto nuevamente como protagonista, con un duelo con Roberto Carlos que finalizó con un balón colgado al área, De Paula se lo cedió a Nihat y el remate de éste lo despejó en primer instancia Iker Casillas, que no pudo hacer lo mismo con el oportuno cabezazo de De Paula con la portería vacía.

Luxemburgo se jugó el todo por el todo en la última media hora, dando entrada a Baptista y Soldado en busca del milagro que se produjo a cuatro minutos del final, cuando Raúl Bravo dio vida a su equipo al deshacer un barullo en el área de la Real. Instantes más tarde Zidane conseguía el empate, ante la desesperación de la afición donostiarra.

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