Rafa Botello y la hazaña de correr el maratón de Nueva York con la fuerza de sus brazos

  • Fue el primer español clasificado en la categoría de discapacitados en silla de ruedas, en la que acabó noveno.
  • Supone su quinta participación allí y ha acabado 3 veces en el 'top ten'.
  • "Es el más duro de todos y el suelo es una mierda", asegura.
Rafael Botello, entrenando en Lanzarote.
Rafael Botello, entrenando en Lanzarote.
JOHN HICKS
Rafael Botello, entrenando en Lanzarote.

Nueva York, la capital del mundo. Tierra de oportunidades, soñadores y corredores. Lugar donde la semana pasada Rafael Botello, atleta barcelonés discapacitado, concluyó el maratón "más mediático del mundo" en novena posición, con una marca de 1:47'39''. El primero de los españoles a los mandos de una silla de ruedas.

"Es el más duro de todos y el suelo es una mierda. El peor en el que puedes correr del mundo", afirma tras haber recorrido por quinta vez los 42 kilómetros de asfalto neoyorquino y haber concluido tres de ellas entre los diez primeros: "Incluso en el puente de Verrazano hay zonas donde se ve el hierro y donde te ponen moqueta para que no pases por encima".

Sus carreras a pie, partidos de fútbol o los combates de kickboxing -todo " a nivel amateur"- se acabaron en 2002, tras sufrir un accidente en bicicleta que le causó una lesión medular a nivel dorsal D11-D12. Todo tuvo que sustituirlo por el atletismo en silla y el handbike (ciclismo). "Te cambia la vida porque para esta sociedad lo normal es que andes. Pero soy feliz, hago lo que me da la gana, tengo mi coche y viajo por todo el mundo solo".

Sí admite que la única envidia que siente es "el reconocimiento" a los atletas profesionales, "desde el punto de vista mediático". "Aunque estoy seguro que el 90% de la gente que está viendo una maratón le ve más mérito a que yo gane, a que si lo hace Hale Gebrselassie".

"Y si tuviera que decir algo que eche de menos, no sería caminar, sino el tema sexual, que no es lo mismo ‘el aquí te pillo, aquí te mato’", añade.

A sus 31 años, tras 7 en la más alta competición y unos Juegos Paralímpicos a sus espaldas (Pekín), reconoce abiertamente que una carrera de este tipo en su disciplina "no es deporte sano", ya que inciden directamente la meteorología, la mecánica (compiten con tubulares de repuesto por si pinchan) o las lesiones (las manos acaban "hechas polvo"). "A eso súmale que yo no tengo control de esfínter. Imagina cuántos atletas profesionales se iban a poner a correr sabiendo que en el kilómetro 5 se van a cagar", razona.

En esta edición tuvo que modificar los tiempos de ensayo y el reconocimiento del circuito por la lluvia, así como lidiar con una avería en su silla a un día de la competición: "Conseguí que viniera un soldador de la organización y que me la arreglara en plena calle, con todo el mundo mirando".

Al año suele acumular en sus brazos unos 8.500 kilómetros, entrena seis días a la semana y disputa entre 20 o 25 pruebas en igualdad de condiciones contra competidores con diferentes grados de discapacidad. "Soy rodador. Malo subiendo y saliendo, y necesito kilómetros para recuperar al tener la discapacidad más afectada. No tengo abdominales ni lumbares y estoy compitiendo con gente que camina. Pese a ello, en Nueva York fui el primer parapléjico en la clasificación", asegura.

"Para vivir de esto hay que saber venderse"

Las escasas becas otorgadas en España y la ausencia de premios en las pruebas nacionales le han obligado a competir fuera de territorio español la mayor parte del tiempo y ha sabido ganarse el jornal con este deporte. "Vas a Nueva York y te pagan avión, hotel, comida, alojamiento para el deportista y un acompañante y hay premios en metálico por carrera. Aquí, en cambio, generalmente no te dan nada. La mentalidad es la del ‘pobrecito que va en silla de ruedas'. El 'vamos a dejarle correr, que le hace ilusión’".

Visto el panorama, "moverse y saber venderse es fundamental". "Los patrocinadores no te van a llamar y he tenido que presentarme personalmente en las empresas y mandar muchos mails, por eso tengo la suerte de tener más que otros", prosigue, a la par que reconoce que las redes sociales juegan un papel importante en este proceso: "Mando crónicas, fotos y vídeos tras la carreras, y estoy todo el día en Facebook. Tengo un grupo de 2.100 seguidores y eso ya es gente".

El próximo objetivo de este verdadero 'superhombre' es el Mundial de Nueva Zelanda, en enero de 2011, pero por el camino tiene otra batalla pendiente, lejos del asfalto y quizá más terrenal: el inglés. "Empiezo a manejarlo, pero no lo suficiente como para hablar delante de 20 cámaras... (risas)".

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