El 'Spanish' Liverpool graba un hito de referencia en la memoria del aficionado europeo

"You'll never walk alone". El Liverpool nunca ha caminado solo, pero desde ayer le acompaña un gentío, integrado, en buena parte, por los aficionados españoles que han hecho del viejo equipo de esta ciudad obrera y orgullosa del norte de Inglaterra el suyo propio. Y es que hasta nueve españoles, desde el banquillo o sobre el campo, defienden la camiseta de los reds, que ayer levantaron su quinta Copa de Europa al derrotar al Milan en los penaltis, después de haberle remontado el 3-0 con el que se llego al descanso.
Victoria del Liverpool
Victoria del Liverpool
Victoria del Liverpool

Nadie había remontado jamás un 3-0 en una final de la Copa de Europa, y tuvo que ser el Liverpool quien lo hiciera, el equipo que, como había dicho Michael Robinson, ex jugador del club y actual comentarista deportivo en Canal +, "juega por una causa", probablemente la misma que llevó al legendario manager del club, Bill Shankly, a asegurar una vez que el fútbol no era "una cuestión de vida o muerte, sino algo mucho más serio".

Porque el equipo de la ciudad del Mersey, de los Beatles y de la ironía como válvula de escape jugaba ayer su primera final de la Copa de Europa, hoy llamada Liga de Campeones, desde aquélla de 1984 en la que decenas de hinchas de la Juventus murieron aplastados al tratar de escapar de los lanzamientos de objetos que sufrían por parte de los hoolligans ingleses.

Ayer, 21 años después de aquello, los jugadores de las camisetas rojas, los reds, saltaron al campo acompañados una vez más del canto coral de su afición con el que les recuerdan que ellos "nunca caminarán solos", un viejo éxito de los sesenta del grupo local Gerry and the Pacemakers adoptado como himno de los supporters que llenan cada día de partido el vetusto Anfield, el estadio al que da acceso una valla de hierro en la que, también, figura ese mensaje.

Jugaron, además, con el acento español de su entrenador, Rafa Benítez, y dos de sus titulares, Xabi Alonso y Luis García, la punta de lanza del grupo de hasta nueve españoles que trabajan en este club: además de los citados, los jugadores Morientes (que ayer no pudo jugar al haber disputado ya este año la competición con el Real Madrid), Núñez y Josemi; y los técnicos Ochotorena (preparador de porteros), Paco Herrera (segundo entrenador) y Paco Ayestarán (preparador físico).

Por eso hoy la portada del diario deportivo AS grita  'Liverpool y Ole', poniendo de relieve el papel desempeñado por los españoles en el equipo inglés vencedor en Estambul.

Por su parte, el diario El País afirma que gran parte del triunfo del Liverpool se debe al ex entrenador del Valencia Rafa Benítez, que es apodado 'El rey de Mersey'.

El periódico 20minutos titula en portada "Spanish Champions".

Y, mientras la mayoría de los diarios coincidían en que Jerzy Dudek y el inspirado Steven Gerrard fueron los héroes de la noche, también destacaban que Benítez y el contingente de jugadores españoles habían sido fundamentales para el éxito del Liverpool en Europa.

'Si ha llegado donde ha llegado este año es por el trabajo metódico de su entrenador y los ayudantes que le acompañan. Les ha convencido de que un equipo limitado también puede ser un equipo ganador'.

Benítez se ha convertido en el cuarto entrenador español que lleva a su equipo hasta la victoria de la Copa de Europa, sumándose a los ex entrenadores del Real Madrid José Villalonga, Miguel Muñoz y Vicente del Bosque en el muro de la fama.

El ex jugador de la Real Sociedad Alonso y el viejo chico del Barcelona García también recibieron aplausos por parte de muchos comentaristas españoles.

La mejor final de la historia

Fue una final apasionante, con un partido encomiable de su capitán Steven Gerrard y un final feliz y enorme de su guardameta Dudek, que dio el triunfo al equipo de Benítez en la tanda de penaltis.

Fue posiblemente una de las mejores finales de la historia. Hasta la fecha, ese honor recaía en la de 1960, en Glasgow, cuando el Real Madrid tumbó al Eintracht de Francfort (7-3) en el Hampden Park, con un día estelar de Di Stéfano y Puskas. A partir de hoy, la de Estambul se codeará con la de Glasgow en los libros de historia.

Remontar un 3-0 al Milán de Maldini, Kaká, Pirlo y Shevchenko no está al alcance de muchos. Sólo es una tarea destinada a los ilusos, a gente con corazón, que defiende unos ideales, una camiseta como la del Liverpool donde la entrega y el pundonor invitan a no firmar nunca la rendición.

El Milán se adelantó en el primer minuto

Nunca una final parecía que iba a durar tan poco. Apareció Maldini, el gran capitán del Milán marcó a los 50 segundos, y reventó el partido. Se cumplía el primer minuto y el Milán se agarraba ya a la Copa, su teórica séptima Copa de Europa.

Luego jugó con inteligencia y buscando la contra. Y así, Crespo anotó el segundo y el tercero (minutos 38 y 43), el último de ellos después de un gran pase de Kaká. No mereció tanto castigo el Liverpool.

El Liverpool reacciona

Pero en la segunda parte el Liverpool sacó el orgullo y con el aliento de su gente se metió en el partido. Gerrard, el capitán y mejor jugador de la escuadra inglesa, mandó de cabeza el balón dentro del portal de Dida (min. 54). Fue un punto de inflexión.

En un minuto, Smicer hacía doblar la rodilla a Dida. Un 3-2,que ponía el partido volcánico. Antes, ya Xabi Alonso había avisado a Dida que el Liverpool no iba a regalar nada. Eran minutos de infarto.

Gerrard dijo 'aquí estoy yo', entró en el área, le derribó Gattuso y el penalti, con suspense incluido, pues Dida lo paró en principio, lo anotó Xabi Alonso (min. 60). El estadio Ataturk se vino abajo.

Con el 3-3 se llegó al final. A los 10 minutos de la prórroga, Tomasson tuvo el partido en sus botas. El Milán volvió a tocar. Con Cafú ofensivo. Y con Shevchenko siempre peligroso arriba. Dudek sacó un balón de oro al ucraniano en la raya en la recta final del tiempo extra.

El Liverpool se creció en los penaltis

El 3-3 dio paso a los penaltis. En ellos, el guardameta de los ingleses estuvo inmenso. Por contra, el Milán no acertó. Shevchenko volvió a fallar en el momento justo, en el lanzamiento que debía anotar para mantener a su equipo con vida. Y ahí estalló la fiesta de los rojos.

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