Max Verstappen ha demostrado una vez más su agresividad y carácter con una actuación que requirió de la revisión de los jueces al final. El neerlandés entró primero en el GP de Austria, plagado de compatriotas en las gradas, después de ganarle a Charles Leclerc a falta de dos vueltas para el final, en un adelantamiento en que llegaron a tocarse. Los comisarios, tres horas después del banderazo a cuadros, confirmaron la victoria del neerlandés.

El podio lo completó Valtteri Bottas, por lo que Lewis Hamilton por primera vez en 2019 no se bañó en el champán de los ganadores. La actuación de Mercedes no ha sido, y esto es noticiable, ni mucho menos brillante.

La actuación de Verstappen se llevó todo el protagonismo de la carrera. Y eso que salió mal, porque se quedó clavado en la parrilla porque le entró el sistema anticalado. Ni siquiera la pifia de Ferrari con Vettel, que fue una de las víctimas del de Red Bull, lo tapó. En la Scuderia dejaron una vez más una patética imagen cuando uno de sus mecánicos no tenía listos los neumáticos en su primera parada en boxes.

Verstappen dejó tres acciones a destacar. La primera, sobre el propio Vettel, a quien se tuvo que trabajar durante varios giros hasta poder quitárselo de encima. Después fue Bottas su víctima, lo que le aupó a la segunda posición. Después, llegó la acción polémica con Leclerc, que los comisarios están leyendo aún.

A falta de que se confirme, esta es la primera victoria de un motor Honda desde el GP de Hungría 2006, con lo que acaba la pesadilla del fabricante npón.

Carlos Sainz, que salía penúltimo, acabó 8º tras una enorme remontada. Pese a que la realización no mostró ni un plano del madrileño, el piloto de McLaren cuajó una enorme actuación, dado que ya en el primer 'stint' había pasado del 19º de parrilla a una gran 10ª posición.

Después, dos puestos más le hicieron acabar 8º, con lo que vuelve a meterse en el 'top 10'. Lando Norris acabó dos puestos por delante y confirma el buen momento de McLaren.