Por eso no desaprovechó el consejo de su marido –que corre desde hace años– de que se preparara para la Carrera de la Mujer que se celebrará este domingo en Madrid y en la que se espera que unas 10.000 mujeres corran contra el cáncer de mama.
Hace cuatro semanas, cuando los médicos le dejaron –sigue en tratamiento–, se calzó las zapatillas y empezó a correr, «pero con calma. Sólo aguanto 35 minutos y corro muy despacio. A veces me siento como si tuviera 65 años», asegura, aunque el hecho de intentarlo ya es una victoria.
«Voy a acabar la carrera, aunque sea andando –afirma con ilusión–, porque en la vida hay que marcarse metas para no caer en la monotonía». En el camino le animarán su marido y su hijo Miguel, y correrán con ella su hermana, su cuñada, su sobrina y quizá su madre, que hace doce años superó también un cáncer de mama.
El deporte le está ayudando mucho, por eso anima a quien esté pasando por lo que ella a que «haga deporte cuando se encuentre bien, lo que pueda y al ritmo que sea, porque psicológicamente ayuda mucho». Tras el cáncer, no piensa en el futuro y cree que «se disfruta más así la vida. Yo pensaba que no podría superar una cosa así… pero no te queda más remedio».
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