El baile de Alberto Contador deja el Giro de Italia temblando con un 'meneíto' a la oposición

  • La 'maglia rosa' del Giro refuerza el liderato en la cima del Grossglocker.
  • Sus rivales se alejan a casi tres minutos en la general de la ronda italiana.
  • José Rujano se llevó la etapa tras llegar a meta con el ciclista pinteño.
Alberto Contador en el podio con la 'maglia rosa' de líder del Giro de Italia.
Alberto Contador en el podio con la 'maglia rosa' de líder del Giro de Italia.
Stefano Rellandini / REUTERS
Alberto Contador en el podio con la 'maglia rosa' de líder del Giro de Italia.

No ganó la etapa, porque se la quiso regalar al venezolano José Rujano, que colaboró algo con él en la subida final aunque tampoco tuvo una actuación tan definitiva, pero Alberto Contador le ha pegado un buen meneo al Giro, uno más brusco que el que ya le asestó en el Etna el pasado domingo, en la primera etapa alpina.

En la cima del Grossglockner austriaco, el primer final del terrible tríptico dolomítico, el del Saxo Bank alejó a los Scarponi, Nibali, Kreuziger en otro 1 minuto y 35 segundos a los que hay que añadirles los 12 de la bonificación. Lo dicho, un meneíto. Recién acabada la decimotercera etapa de la corsa rosa, la “gran oposición” se acerca a los tres minutos de desventaja con respecto al pinteño. Queda un mundo, sí, o dos si pensamos en el descenso del Crostis y alguna posible emboscada anti Contador, pero lo que no parece es que quede espíritu combativo en los rivales. La etapa, por cierto, efectivamente la ganó Rujano.

Quedaban unos diez kilómetros para la meta cuando Rujano (Androni), el segundo mejor escalador de este Giro visto lo visto, y el colombiano Sarmiento (Acqua&Sapone) iniciaron unas hostilidades a las que se sumaron Igor Antón (Euskaltel) y Michele Scarponi (Lampre). Más que ataques eras acelerones, suficientes para descolgar a la gente en un grupo de ilustres demasiado numeroso, pero insuficientes para dejar a Contador, quien con su bailón pedaleo de pie tan característico no tardó en conectar.

Acabó insistiendo Rujano, respondió con una facilidad increíble el triple ganador del Tour y Scarponi, en otro intento de sumarse a la fiesta quizá con la mente más puesta en el podio de Milán, volvió a “abrirse de patas”, que se diría en el argot. Vamos, que el acelerón le vino grande al italiano y acabó ingresando en el grupito de toda la oposición, el de la mala cara de Nibali (Liquigas), el de la resurrección (por fin, aunque tarde) de Menchov (GEOX), el de la cautela de Antón (Euskaltel), el de un Arroyo (MoviStar) en su sitio o el de “vamos a ver qué pasa” de Kreuziger (Astaná).

Mientras, Contador y Rujano a lo suyo. “Marchemos juntos. Si me ayudas, te dejo ganar”, que le podría haber dicho Contador. “Vale, pero no se me olvida que en el Etna ya nos quedamos sólos en cabeza y me quitaste las pegatinas del maillot con la meta en el horizonte”, le respondería el pequeño escalador. O algo parecido, porque al entrar triunfante en meta con la estela rosa de Contador pegada a su rueda, no se veía que Rujano tuviera todas consigo hasta que sobrepasó la mismísima línea de llegada.

Con el dúo haciendo camino al pedalear, fijando una renta de minuto y medio sobre el resto de favoritos a tres kilómetros para el final, el grupito de ilustres fue alterando su fisonomía con los que intentaban llegar por detrás y los que buscaban destacarse algo. Lo probó Gadret, el galo de los pendientes del AG2R, y también Antón, obligado por el gran trabajo de un Euskaltel que no sólo tiró como un poseso para evitar diferencias desorbitadas con una numerosa fuga que había venido liderando la etapa antes del último puerto, sino que su compañero Mikel Nieve, brillantísimo, fue el encargado de la primera gran selección del grupo de favoritos cuando éste pedaleaba a unos 15 kilómetros del final. Más allá de esos cambios, ninguna mutación seria. Y mucho rostro serio, derrotado. Una guerra psicológica perdida.

Y este sábado llega la temida, criticada, vilipendiada y cuestionada etapa del Monte Zoncolan. Una jornada donde el paredón final, esos diez kilómetros a una pendiente media del 11% y puntas del 22%, ha pasado a un segundo plano por el puerto previo, el Monte Crostis. El Giro volvió a insistir en que el Crostis se pasará sí o sí, que las medidas de seguridad implementadas en su tramo sin asfaltar y su descenso estrecho y abismal son suficientes para el paso de la carrera. Convertido en un mito incluso antes de debutar en competición, el Crostis, que de subida es otra pared en plan “Mortirolo y más allá”, aguarda a una carrera en la que un hombre lo tiene todo de cara para triunfar.

Quedan muchos kilómetros y pueden pasar muchas cosas, pero más que por Nibali, Scarponi, Kreuziger y compañía, bien parece que toda gran revolución llegará de la audiencia del caso Contador, el del solomillo contaminado por clenbuterol, que inicia el TAS entre el 6 y el 8 de junio

Mostrar comentarios

Códigos Descuento