Los retos cumplidos, personales, deportivos, tienen detrás una inspiración. Una promesa. Un ‘algo’ que alimenta durante años los sueños. Hermosa resulta la poética tragedia de George Mallory y Andrew Irvine. En 1924 asaltaron el Everest y desaparecieron camino de la cumbre. Se intuye su fracaso, pero no existe la certeza y ahí crece el romanticismo. ¿Por qué intentarlo? "Porque está ahí", esgrimía Mallory. Conocida es esta historia por cuatro montañeras. Pero en su reto son otras las motivaciones.

Miriam Marco, María Asunción Yanguas, Maialen Ojer y Maider Fraile, el equipo femenino de escalada, ya está al completo en Pakistán para iniciar el Proyecto Karakorum, una expedición de seis semanas a una estilizada aguja del Macizo del Karakorum, imponente, desafiante, tras la que podría extenderse, por qué no, el mismísimo Mordor. Cómo llegar, no está claro. Su altura, en torno a los 6.000 metros. Su nombre, inexistente.

Alpinismo y aventura

"Este viaje aúna los viejos valores del alpinismo y la exploración con una vertiente más deportiva", argumentan. El primer contacto fue un correo con fotos que generó una alud de respuestas. "¡Qué hermosa!". "¿Por dónde se podría subir?". "¡Creo ver una arista!"...

Su Irvine, su Mallory, es Miriam García. "Una pionera, la primera que llegó a un alto nivel en la escalada. Una mujer de referencia", dice Fraile. La navarra, desaparecida en 1990 en la India, legó Bájame una estrella, extractos de sus diarios y sus dibujos. "Me siento muy identificada con ella", resume Marco. "Y si lo logramos, bajaremos una de esas estrellas", añade Ojer.

Solidaridad y también récord

Sebastián Álvaro es uno de los impulsores de una expedición que colaborará con los proyectos de la ONG Sarabastall en la aldea de Hushé, con un 45% de su población menor de 15 años y a tres días de la aguja. Además, Ramón Morillas tratará de sobrevolar con un paramotor el Karakorum para batir los 7.800 m que alcanzó en 2009.