Como es habitual, el príncipe Alberto de Mónaco participó en la ceremonia del podio del gran premio de su país, aunque tras la victoria de Charles Leclerc, piloto monegasco, el soberano vivió una montaña rusa de emociones al reconocer el éxito de su compatriota. 

La victoria de Leclerc en Mónaco había tardado demasiado en llegar. Incluso en la Fórmula 2, el piloto monegasco había sido incapaz de vencer, a pesar de mostrarse siempre rápido en las calles del principado. Accidentes, averías o coches de seguridad en momentos inoportunos siempre habían separado a 'Il Predestinato' de la victoria, que por fin ha llegado en 2024. 

El propio Leclerc se mostró muy emocionado en las entrevistas tras la carrera, recordando a su padre, fallecido en 2017, aunque no fue la única figura pública asaltada por las lágrimas. El príncipe Alberto de Mónaco sollozó en el podio al saludar al piloto de Ferrari, con quien compartió un cariñoso abrazo. 

Tras escuchar los himnos (monegasco e italiano), y siguiendo el habitual protocolo, se procedió a la ceremonia del champán, siempre muy comedida en Montecarlo, dada la presencia de importantes figuras políticas. Para sorpresa de todos los espectadores, las botellas se descorcharon con ímpetu, y el propio príncipe participó en la 'lucha', primero mojando a Leclerc, Piastri y Sainz, y luego bebiendo directamente de la botella. 

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