El Real Madrid certificó su pase a octavos de la Copa del Rey cuajando un partido muy serio y solvente (1-3) ante un rival que llegaba más que ilusionado a la cita más importante de su historia y se llevó justo al final una pequeña alegría que recordará toda la vida. Aranda de Duero se vistió de gala y la Arandina respondió con tesón y fe, pero no fue suficiente para detener a un transatlántico como el conjunto merengue.
El primer tiempo fue un monólogo madridista con pinceladas de agitación y peligro locales. Todos los ojos estaban sobre Arda Guler, debutando 160 días después con el Real Madrid, pero su presencia en el once venía adornada con la de los canteranos Nico Paz, Vinícius Tobías y Carrillo, que cumplieron con creces. De hecho, el argentino fue junto con el turco y con Brahím de los más incisivos para los visitantes.
Guler tuvo dos ocasiones muy claras, una de ellas un palo de falta directa que arrebató el aliento a la apasionada hinchada local, que estaba disfrutando de lo lindo del sueño. Joselu tuvo otro disparo, pero el resto de ocasiones tampoco fueron especialmente claras. Con el paso de los minutos, la Arandina se fue creciendo y acechando el área de Kepa, pero tampoco pudo concretar ningún disparo inquietante. La diferencia de calidad, pese a la entrega y las ganas de los locales, era notoria.
Aun así, se llegó al descanso con 0-0. Duró poco porque el Real Madrid quiso tomarse más en serio el encuentro, que dejó de parecer un trámite poco apetecible. En un gambeteo, Brahím fue derribado en el área y sirvió en bandeja de plata el primer tanto, con Joselu implacable desde los once metros. Al minuto siguiente, en una contra, Brahim intentó un primer disparo que le cayó a Joselu.
Pensando en el doblete, probó fortuna desde la frontal, pero hubo otro rechace que ahora le llegó de vuelta a Brahím. El hispano-marroquí controló, pensó un segundo y vio el hueco para firmar el gol que tanto tiempo llevaba buscando, y con él se acabó el partido. Ancelotti comenzó a mover el banquillo, y el partido entró en una deriva de balones sin aparente dueño deambulando por el centro del campo.
La Arandina estaba agotada, acusando el cansancio de la intensa presión de la primera parte, y la desilusión de haber recibido dos goles letales tan seguidos. El Madrid sólo tuvo que ejercer un fútbol-control sin demasiada oposición para dejar correr el reloj, e incluso aumentó su ventaja con un gran gol de Rodrygo al filo del descuento.
Poco importó para que la Arandina se diese la alegría de su vida a dos minutos del final. Cabral encaró en el área y pudo romper a Fran García, poniendo un centro chut que Nacho introdujo en su propia portería. Al final, 1-3 de los blancos para asegurar su billete a octavos de final de la Copa del Rey sin sufrir, y para endulzar una noche histórica para Aranda de Duero, cuyo público ovacionó como nunca a los suyos por el esfuerzo.
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