Emociones a flor de piel en el recibimiento del madridismo a Pablo Laso: lágrimas, sonrisas y más de dos minutos de aplausos

Pablo Laso, emocionado a su regreso al WiZink Center en Madrid.
Pablo Laso, emocionado a su regreso al WiZink Center en Madrid.
EFE
Pablo Laso, emocionado a su regreso al WiZink Center en Madrid.

Este jueves se pudo vivir en el WiZink Center de Madrid probablemente uno de los momentos más emocionantes de la historia de la Euroliga y del baloncesto español, especialmente para el Real Madrid y su afición. Regresaba Pablo Laso a la que fue su casa durante 11 temporadas, y el recibimiento que le brindó la hinchada merengue estuvo a la altura de su leyenda.

Con los jugadores de Real Madrid y Bayern de Múnich ya calentando sobre el parqué, el técnico vitoriano apareció por el túnel de vestuarios todavía con el pabellón a medio llenar. Sin embargo, en su paseíllo hasta la zona técnica ya comenzó a barruntarse la ovación cerrada que se acabaría llevando unos minutos después, ya con la pista llena.

Se saludó con jugadores y cuerpo técnico madridistas, incluidos Sergio Llull y Chus Mateo, y dio las últimas instrucciones a sus hombres antes del momento más esperado por todos. El propio Llull o Luka Doncic desde la distancia habían calentado el ambiente para animar a la afición blanca a rendir homenaje al segundo entrenador más laureado de su historia (22 títulos), pero estuvo incluso por encima de las expectativas.

Pablo Laso no debía esperar semejante bienvenida, porque su gesto iba evidenciando poco a poco la emoción y el agradecimiento hasta el punto de hacerle llorar. Con todo el Palacio en pie, aplaudiendo a rabiar y sin cesar, fueron más de dos minutos de liturgia en los que el público coreó y cantó su nombre mientras algunos parroquianos compartían las lágrimas del ex entrenador madridista, sobrecogido por el calor y el cariño recibidos. 

Poco importaban en ese momento catártico las desavenencias en la salida de Laso del Real Madrid, motivada por el paro cardíaco que sufrió el 4 de junio de 2022, o cualquier otro conflicto que tuviese lugar en su despedida. El Real Madrid siempre será su casa, su hogar, y así se lo hicieron saber aquellos que tanto disfrutaron de su baloncesto durante más de una década.

Mientras, el speaker Pedro Bonofiglio lo daba todo para ofrecer una introducción digna de un mito madridista como el técnico vasco. Sobre la pista, también se pudo ver a un Chus Mateo —mano derecha de Laso desde 2014— compungido y afectado por el homenaje, y a veteranos como Llull o Rudy dejarse las manos en honor al entrenador que hizo resucitar una sección moribunda del club blanco. 

Entre el llanto y la sonrisa, Laso no sabía dónde meterse ni cómo reaccionar salvo devolviendo los aplausos y agradeciendo con el alma tanto amor, hasta que los rigores de la competición y del horario obligaron a unos y otros a centrarse en lo más importante de las cosas poco importantes en una jornada histórica: el partido.

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