La pasada semana se celebró en el juzgado de paz de Boadilla del Monte (Madrid) un acto de conciliación entre José Manuel Villarejo y el FC Barcelona. Un evento organizado en torno a la querella que el club catalán amenazaba con interponer contra el excomisario, pero que Villarejo logró finalmente evitar.
Todo comenzó el pasado 28 de septiembre, cuando Villarejo sugirió sutilmente en la emisora RAC1 que Joan Laporta, presidente del Barça, había facilitado información a la Policía sobre la causa que llevó a Sandro Rosell a prisión, tres años en concreto, por haber defraudado a Hacienda en 2012 un total de 230.000 euros en su declaración. Una causa de la que, además, el expresidente blaugrana acabó siendo absuelto.
Con la querella en la mano, de parte del club pero fundamentalmente en defensa de su presidente, a Villarejo se le exigió que rectificara y se retractara de sus palabras si quería evitar el litigio con la entidad barcelonista, y así lo hizo. Por eso, en el juzgado, negó que Laporta hubiese entregado información a la Policía o la Justicia para incriminar a su por aquel entonces sucesor Sandro Rosell.
Aun así, no fue sencillo hacer torcer su brazo a Villarejo. De hecho, la conciliación —en la que Laporta apelaba a su derecho de rectificación— acabó sin acuerdo entre ambas partes. Al final, la querella ejerció su papel y el excomisario aportó al juzgado un escrito en el que ya sí negaba cualquier insinuación sobre el actual presidente del Barça facilitando información para incriminar a Rosell, lo que el club ha interpretado como una "retractación".
Por ese motivo, pese a las formas y los tiempos, el Barça finalmente ha decidido que no presentará querella contra Villarejo por delitos contra el honor, como tenía previsto si el excomisario no rectificaba después de vincular a Laporta con la causa contra Rosell en un "cara a cara" que RAC1 organizó en septiembre entre él y el expresidente catalán Artur Mas.
"En el caso del señor Rosell, fue Laporta el que nos dio esa información (...), sí, gente del entorno del presidente, que lo había echado, creo recordar", fueron las palabra de Villarejo, miembro de la llamada "policía patriótica" e investigado en varias tramas de espionaje parapolicial, en aquella ocasión. Unas palabras que motivaron que el presidente del Barça anunciara acciones legales y que ahora han quedado en agua de borrajas.
En su escrito remitido al juzgado, Villarejo mantiene "en su integridad" el contenido de su intervención, y por lo tanto mantiene la sombra de la duda sobre el vínculo de Laporta con la causa de Rosell, pero precisa: "Por supuesto, en el sentido en que en verdad lo manifesté y no en la aviesa interpretación que pretenden atribuirme gratuitamente".
El comisario admitió además que en la entrevista dijo que, durante un tiempo, se utilizó al FC Barcelona "para hacer una serie de investigaciones que luego pagara el club" -en alusión a los encargos a la agencia de detectives Método 3-, pero subraya que "jamás" vinculó ese hecho al ingreso en prisión de Rosell: "Es por tanto rigurosamente falso que yo dijera que el señor Laporta proporcionó información o documentación a autoridades policiales o judiciales sobre el señor Rosell, en el marco y contexto de la investigación que este sufrió".
Villarejo precisa que lo que dijo en la entrevista radiofónica y ha mantenido en sede judicial es que "diversas fuentes señalaban al señor Rosell como elemento clave del independentismo", pero que él pudo comprobar que "no era cierto" y así lo hizo constar en sus notas de inteligencia, la última de ellas del año 2014. Asimismo, apunta que le resulta "estrambótico que Rosell diga en público que, pese a que ha visto personalmente los informes que los detectives hicieron sobre él, se haya creído lo que le dijo el señor Laporta de que él no sabía nada".
Tras esas puntualizaciones, el excomisario reitera en su escrito que "no sería coherente rectificar" algo que nunca manifestó y aprovecha para denunciar que ha permanecido tres años de prisión preventiva "sin ningún respeto" a sus derechos más elementales.
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