La de Paul Pogba es una de esas historias, probablemente junto a la de Neymar, en las que el mundo del fútbol se quedará siempre con la duda de qué habría pasado si hubiesen hecho honor al potencial y la calidad que siempre demostraron. Sin embargo, en el caso del francés, su final puede ser bastante más desagradable que acabar jugando en Arabia o retirado a causa de las lesiones.

El centrocampista francés de la Juventus ha vuelto a dar positivo por testosterona también en el contraanálisis del control antidopaje que se le realizó el pasado 20 de agosto, tras el partido de la 'Vecchia Signora' contra el Udinese en la Serie A. Un partido que Pogba vivió desde el banquillo pero no le impidió acudir al control, del que se conocieron los resultados positivos el 12 de septiembre, día que saltó la noticia a nivel internacional y se convirtió en escándalo.

Según confirmó La Gazzetta dello Sport, esa muestra B confirmó este miércoles el positivo de un Pogba que ya venía atravesando una mala racha, pero que ahora ha tocado fondo. Regresó a la Juventus en 2022 para reavivar una carrera marchitada en el Manchester United después de su triunfo en el Mundial de Rusia en 2018, pero las lesiones le impidieron recuperar el ritmo y la forma; y ahora que podía retomar las riendas de su fútbol, puede enfrentarse a una sanción de entre dos y cuatro años de inhabilitación que podría suponer el final de su carrera. 

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El campeón del mundo ya estaba suspendido provisionalmente desde el primer positivo y así permanecerá hasta que concluya la investigación, pero ahora su futuro es más incierto que nunca. La Fiscalía antidopaje italiana (NADO) se hará cargo del caso, por lo que las opciones de Pogba pasan por tratar de probar que su positivo se produjo de manera inconsciente o llegar a algún tipo de acuerdo en busca de la menor sanción posible, que a sus 30 años podría ser definitiva.