El gran problema del gol amenaza el proyecto final de Florentino Pérez en el Real Madrid

  • En todo el siglo XXI, el equipo siempre ha contado con más de un delantero de clase mundial.
  • Sin un goleador definido de garantías, los blancos podrían registrar sus peores números en Liga de los últimos 25 años.
La cifras goleadoras del Real Madrid en Liga. ¿Se avecina crisis?
La cifras goleadoras del Real Madrid en Liga. ¿Se avecina crisis?
Carlos Gámez
La cifras goleadoras del Real Madrid en Liga. ¿Se avecina crisis?

La realidad del Real Madrid es que se encuentra a pocos meses de rematar el que probablemente sea, según parece ser su intención, el último gran proyecto faraónico de Florentino Pérez al frente de la entidad. Con el nuevo Santiago Bernabéu en pleno funcionamiento como centro neurálgico de ingresos, el equipo de jóvenes estrellas que ha dejado planificado para dominar el fútbol europeo durante la próxima década, por nombres y proyección, parece estar a la altura de las exigencias.

Sin embargo, su gran obra sigue incompleta, y este año está quedando demostrado que la pirámide sin cúspide acabará por derrumbarse. Hablamos de la posición de la que se nutre un auténtico equipo ganador: el delantero centro. Hablamos de la salsa del fútbol, hablamos del gol. Un atributo indispensable del que el Real Madrid adolece profundamente en su actual plantilla y cuya falta puede condenar al club al fracaso.

Los números no mienten. La Liga es el termómetro goleador de cualquier equipo, y de mantener este ritmo anotador actual, podrían registrar los peores números del equipo en el campeonato doméstico en el siglo XXI. Con más motivo si tenemos en cuenta que Joselu, un buen goleador nacional, es el único ariete del equipo. El '9', desierto por primera vez en la historia en la camiseta blanca. 

La racha goleadora de Jude Bellingham ha enmascarado este déficit por el momento, pero no deja de ser una anomalía para un centrocampista como él por muy bueno que sea, que lo es. Vinícius y Rodrygo, aunque sigan mejorando, no tienen ese afilado instinto goleador que requieren a su lado para poder, por otra parte, ofrecer sus mejores cualidades al equipo. El desborde y la velocidad, no el gol, y menos cuando ha pasado a ser su principal responsabilidad.

En general, por mucho que Carlo Ancelotti intente probar o experimentar, el Real Madrid sin delantero centro no es el Real Madrid. El técnico italiano, más víctima que culpable de la planificación deportiva para esta temporada, ha rescatado del ostracismo una de sus innovaciones tácticas más celebradas, el 'árbol de navidad', pero no es lo mismo jugar con Shevchenko, Crespo o Inzaghi en la doble punta prescindiendo de los extremos, que hacerlo con los brasileños o con Brahim Díaz.

Resulta extraño pero comprensible a partes iguales el inmovilismo de la directiva a la hora de suplir a Karim Benzema. Extraño porque el equipo es claramente disfuncional sin un goleador de categoría, y porque el Real Madrid siempre ha tenido una estrella mundial en ese puesto. Comprensible, en cambio, porque el gran anhelo de su presidente siempre ha sido Kylian Mbappé, que este verano pareció estar más cerca que nunca, pero ese amor de nuevo no fue correspondido. 

El heredero no llegó, un año más, pero esta vez no había plan de contingencia porque nadie convencía a la cúpula. Ni Harry Kane, ni Erling Haaland en su día, que se dice pronto. En el horizonte, la única esperanza es Endrick, que se sigue fogueando en su Brasil natal y nada apunta a que pueda asumir un rol tan fundamental nada más aterrizar con 18 años.

En cambio, en el pasado siempre hubo en todo momento una garantía y una solución alternativa. Raúl y Morientes compartían esa labor en los inicios de siglo, y por si fallaban llegó Ronaldo, uno de los ídolos de Mbappé, uno de los mejores de la Historia. Cuando el brasileño dijo 'basta', apareció Van Nistelrooy, otro goleador consumado, y llegó también Higuaín. Por último, Cristiano Ronaldo cambió la historia, y Benzema prolongó su legado. Ahora, el vacío.

De este modo, el club blanco corre peligro de retornar a los tiempos de Ramón Calderón, Carlos Queiroz, Vanderlei Luxemburgo, López Caro... pero sin contar siquiera con las estrellas goleadoras de entonces. Una tendencia mitigada desde la partida de CR7 por el Balón de Oro Benzema, que ahora tras su marcha lo ha precipitado todo. Poco gol, insuficiente para pelear por títulos, aunque al menos el vestuario es mucho más sano y parece mucho más motivado que en épocas pasadas.

Otra deuda del Real Madrid consigo mismo es el trofeo Pichichi, aunque sea algo tan simbólico como individual. En todas sus etapas, siempre ha contado con algún ganador del galardón o con algún candidato digno para pelearlo excepto ahora, y cuanto más cerca de ganarlo, más cerca de ganar el torneo. Con razón el conjunto blanco es el que más máximos goleadores acumula en la historia de LaLiga. Y, aun así, apenas suma siete de ellos en los últimos 23 años.

Las comparaciones con el eterno rival en estos guarismos también son, además de odiosas, dolorosas. Pese a haber conquistado ocho Ligas más que el Barça, 35 blancas por 27 culés, no sólo ha encajado el Real Madrid más goles que el equipo catalán; también ha anotado menos. Para colmo, la brecha sigue creciendo esta temporada, y el conjunto merengue sigue cediendo terreno, aunque ya a finales de la pasada campaña los blaugranas consiguieron superarles por dos goles.

En conclusión, el Real Madrid tiene un problema muy grave y muy serio que no casa ni con su filosofía ni con el plan maestro de Florentino Pérez, orientado a garantizar el éxito de la entidad para los próximos 25 años. Todos los síntomas están teniendo sus consecuencias y podrían ser irreversibles si no atajan la situación de raíz, en lugar de encontrar soluciones temporales y parches en el esquema de juego. Necesitan una superestrella, necesitan un goleador, y lo necesitan ya.

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