El visitante más inesperado en una escalada donde se llega a la cima o se muere en el intento

Alex Huber, en la vía Kommunist antes del día del free solo
Alex Huber, en la vía Kommunist antes del día del free solo
Heinz Zak
Alex Huber, en la vía Kommunist antes del día del free solo

No hay otra actividad al aire libre que haya generado e inspirado tanta literatura, novelas, libros de historia e incluso poemas como el alpinismo y la escalada. Incomprensible para algunos, pasión y forma de ver el mundo para otros. Un éxodo a la naturaleza, un camino interior para comprender el sentido de nuestra existencia. Es difícil explicar su significado y lo que transmite a muchos, pero quien una vez tenga el chip metido, configura su vida para estar cerca del mundo del alpinismo, de la escalada, de las montañas y las rocas.

La larga historia del alpinismo no sería completo si no habláramos de la escalada en roca. La primera ascensión del Mont Blanc en el verano de 1786 y la posterior conquista de las cimas de los demás picos de los Alpes no terminó con los retos sino dejó aun más puertas abiertas: las de las enormes paredes verticales de rocas de gran dificultad.

En el siglo XIX alpinistas alemanes e ingleses se entrenaban en las rocas preparándose para sus posteriores hazañas en las montañas. La destreza en los movimientos de pies y manos sobre las paredes de las montañas, buscando el más mínimo agarre para poder subirlas como un hombre de araña, pronto dio nacimiento a toda una disciplina y unos principios éticos que escenificaron la lucha del individuo ante las adversidades. La escalada tiene diferentes modalidades. Uno puede escalar con cuerdas, arnes y protección, y sigue siendo un deporte muy arriesgado. El austríaco Paul Preuss (1886-1913) fue uno de los padres de la escalada libre y también de la escalada de solo integral, quien sólo aceptaba el uso de cuerda y clavos en caso de emergencia. "No se corrige la propia incapacidad con el empleo desenfrenado de medios artificiales", escribió Preuss una vez.

Paul Preuss.
Paul Preuss.
Alta Montana

Si el escalador renuncia a toda protección y utensilio para acometer la escalada, y tan sólo dispone de pies de gato y magnesio para las manos, hablamos de la escalada solo integral, o free solo, como la llaman en el mundo anglosajón.

La hazaña de Alex Honnold

Desde Preuss siempre ha habido escaladores que han destacado en esta disciplina. No muchos, y no todos tuvieron suerte. En nuestros tiempos el público general a quien más conoce es al estadounidense Alex Honnold, quien en la película Free Solo dejó al mundo entero atónito trepando sin protección la gigantesca pared de El Capitán en el Yosemite, en Estados Unidos.

Alexander (Alex) Huber, licenciado en física y escalador profesional alemán, hermano del otro gran escalador Thomas Huber, es otro de aquellos deportistas quienes – junto a otras modalidades de escalada y también al alpinismo en las grandes montañas – ha cultivado esta disciplina a nivel maestral. Es uno de los mejores escaladores del mundo.

"El solo integral es la escalada en su forma más pura. Ascender por una pared vertical sin cuerda, sin arnés, sin seguro alguno, supone un enfrentamiento entre la persona y la montaña cara a cara, sin maquillajes, y con una intensidad que no suele encontrarse en el alpinismo. Y es que no hay ninguna otra faceta de la escalada en la que la fuerza física tenga tan poca relevancia, y ninguna otra actividad en la que la fuerza mental cuente de manera tan prominente", escribió Alex Huber en su libro Free Solo – Escalar sin seguros y sin límites (Ediciones Desnivel).

Alex Huber, en el Salathé Wall, en 1995.
Alex Huber, en el Salathé Wall, en 1995.
Heinz Zak

El control mental y el saber hacer un cómplice del miedo para Huber es la base. Pero hemos de subrayar que hacer free solo necesita mucha práctica, entrenamiento, muchas habilidades de técnica de escalada, y debemos constatar que las consecuencias del más mínimo error durante una ascensión así conlleva el único desenlace posible: la caída y la muerte. En el mundo de la montaña, el solo integral llega a ser incluso un tema tabú para muchos. Para los pocos escaladores que lo hacen es un camino de instrospección, más que una ascensión. Pero la realidad es que es una de las actividades más peligrosas en el deporte.

Un punto de no retorno

La escalada en free solo no es una actividad de un ímpetu repentino irresponsable de una persona que de la nada se va a las paredes grandes de roca y se pone a subir como un amateur enloquecido, sino es una modalidad de escalada que sólo es posible de llevarla a cabo para los más preparados para ella. Alex Huber, antes de realizar una escalada en solo integral, siempre maduraba el proyecto de una ruta concreta durante varios años antes de querer subirla en solo integral. Después escaló la vía elegida varias veces con cuerda. Y sólo después se planteó ascenderla en free solo, teniendo que darse la vuelta y bajarse muchas veces desde el punto de no retorno, abortando la acción. El punto de no retorno, como bien lo describe la expresión, es el punto donde el escalador tiene la última oportunidad de destrepar de la pared. Si sigue para arriba, ya sólo tiene una única opción: ascender la vía hasta el final y sin caerse si quiere seguir vivo.

En la primavera de 2004 Alex Huber estuvo en uno de sus lugares favoritos de escalada: la Cascada de Schleier de los Montes del Káiser, que se encuentra en los Alpes Orientales en la provincia de Tirol, Austria. Un año antes, en 2003, había escalado en solo integral la vía Opportunist (8b) un logro muy grande por la dificultad técnica de aquella vía. Pero Huber quiso ir a más allá. Sentía que necesitaba experimentar su límite y se propuso algo más difícil, la vía Kommunist (8b+) de 22 metros, que tenía un desplome fuerte y que requería una escalada atlética. La parte más difícil se presentaría diez metros por encima de un gran bloque de roca. Huber sabía que no iría sobrado en esta ascensión en solo integral, ya que anteriormente le había costado escalar Kommunist incluso de manera tradicional. Pero "el estímulo seguía allí, la búsqueda consciente del límite absoluto", relató.

Huber, escalando la vía Kommunist.
Huber, escalando la vía Kommunist.
A.H.

El 4 de abril hizo el primer intento de escalar la desafiante Kommunist en free solo. Sin embargo, nada más empezar la vía comenzó a dudar de sí mismo. A cuatro metros por encima del suelo le entró miedo. Huber supo inteRpretar perfectamente ese sentimiento y decidió abortar.

Dos días más tarde su segundo intento terminó igual. Entonces decidió examinar qué era lo que tendría que cambiar en su mente, y cómo podría llegar a un estado psicológico que le permitiera darle a la vía – y a sí mismo – una tercera y última oportunidad. Pasó dos semanas infernales con una lucha interior.

En la mañana del 20 de abril de 2004 todas las circunstancias parecían presentarse idóneas para llevar a cabo el plan, el estado físico perfecto, preparación técnica óptima para la ascensión, y sin entrar en la dinámica de los días anteriores de sobrepensar la acción. Pensó que al estar solo en el lugar, rápidamente se quitaría la vía de su lista, sí o sí.

Un testigo inesperado

Pero con lo que Huber no contó es que justo en el momento de querer empezar la ascensión, iba a aparecer un senderista allí de la nada. Cuando se dio cuenta de la presencia del espectador, intentó no pensar en ello pero pasó por su cabeza que podría causar en él de nuevo aquella duda y miedo que había sentido dos semanas antes. Sin embargo, sus ganas y determinación de llevar a cabo su plan una vez por todas fueron más fuertes.

Entonces a Huber se le ocurrió de repente una idea para no sentirse incómodo al ser observado tan fijamente y de manera ”ajena” durante la escalada. Se acercó al senderista y le dio la cámara para que ése tuviera una tarea y de alguna manera participara de forma activa en la ascensión. Huber pidió al hombre que grabara toda la ascensión. El senderista aceptó entusiasmado dicho encargo.

Es curioso y llega a ser ingenioso, como el escalador alemán zanjó su lucha interna. Sentir que tenía un 'compañero' al pie de la vía evitó que pensamientos negativos invadieran su mente. Huber ese día consiguió escalar exitosamente la Kommunist en solo integral. Después descendió por una ruta vecina más fácil, se acercó al senderista y se dieron la mano. El cámara desconocido y feliz lo único que pudo decirle a Huber: "Eres un bestia”, posiblemente sin ser consciente de lo que acabó de ser testigo.

Una vez, en una entrevista en Alemania un periodista preguntó a Alex Huber si tenía algún amuleto para sus ascensiones, a lo que Huber respondió: ” El amuleto más importante es mi cerebro, siempre tengo este amuleto conmigo. Me lo dieron mis padres y voy a intentar conservarlo hasta el final de mi vida.”

Mostrar comentarios

Códigos Descuento