Cielo e infierno para Red Bull en el GP de Australia. Los aplausos este fin de semana fueron para Max Verstappen, primero en los clasificatorios con un tiempo antológico, mientras que Checo Pérez protagonizó una de las sorpresas negativas de la jornada tras salirse en la primera vuelta y quedarse sin opciones de luchar por un buen puesto en la parrilla de salida. No es oro todo lo que reluce en la escudería austriaca.

El piloto mexicano de Red Bull apenas rodó unos minutos en la Q3 antes de salirse de los límites de pista y quedar atrapado en la grava húmeda del Albert Park. No tardó en saltar la noticia del día, pues de nuevo un ejemplar de los monoplazas más rápidos del Mundial volvía a complicarse el domingo de carrera antes de tiempo. Esta vez el turno fue para Checo, después de los problemas en el palier que dejaron a Verstappen tirado en la decimoquinta posición de la parrilla el GP de Arabia Saudí.

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El incidente de Pérez ocurrió en la curva tres, la misma en la que ya demostró tener severos problemas durante los libres 3. Los frenos no habían respondido bien durante la sesión previa, y en la clasificación llegó el desastre: bloqueo de ruedas y a la grava. "Tenemos que arreglar el problema, tío. Es el mismo p*** problema otra vez", exclamó frustrado por radio.

De nuevo, la necesidad de correr más para destacar en una parrilla ajustada ha vuelto a desvelar problemas en el monoplaza más veloz y fiable de los últimos tiempos. La exigencia a la que están sometidos por el paso adelante de Aston Martin y Mercedes está siendo un verdadero dolor de muelas para una escudería que conquistó el pasado mundial prácticamente sin oposición.

Está por ver la capacidad de Checo para escalar puestos en carrera, una misión notablemente más complicada que la que tuvo Verstappen en el pasado circuito, pues tardó apenas 20 vueltas en acercarse a la cabeza de carrera tras salir en decimoquinta posición.