Kylian Mbappe se encumbró como la gran figura del fútbol mundial con un partido soberbio y un golazo de bandera cuando el partido agonizaba. El PSG fue superior, muy superior durante todo el partido, pero un gigantesco Courtois evitó una y otra vez cada intento de los parisinos, incluido un penalti de Leo Messi. 

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El Real Madrid logró sobrevivir 93 minutos, pero a uno del final, una genialidad del delantero galo, aquel que tanto ansía fichar, le dio a los galos (1-0) ventaja de cara a la vuelta de los octavos de la Champions, que serán el 9 de marzo en el Santiago Bernabéu.

No habían pasado ni cinco minutos y Dani Carvajal ya se había dado cuenta de que iba a ser una noche larga, muy larga para él. Mbappé fue una pesadilla desde la banda izquierda, superando una y otra vez al lateral de Leganés. En la primera de ellas, un pase del galo tras regatear al defensa dejó solo a Di María en el corazón del área, pero su remate se perdió alto.

En la primera media hora de juego, el PSG sometió a un Madrid tímido, reservón, como con miedo a lo que tenía enfrente. Messi ejercía de lanzador de Mbappé y un genial pase del argentino dejó al francés en un mano a mano con Courtois. Sin embargo, Carvajal le obstaculizó lo suficiente para que no disparara cómodo y Courtois evitó el gol. En el córner, el remate de Danilo, forzado, también lo detuvo el portero belga. El choque era un monólogo.

Pasaban los minutos y el Real Madrid no es que no creara peligro, es que ni siquiera era capaz de pasar del centro del campo, asfixiado por la presión de los parisinos. Eso sí, atrás los blancos estuvieron perfectos, con un Militao imperial siempre atento al cruce y unos sólidos Alaba y Mendy. Solo Carvajal sufría.

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Un pase de Messi y un disparo del argentino inquietaron a los blancos, pero no estuvo preciso en ambas ocasiones el argentino. Para colmo, Casemiro vio la amarilla por una entrada sobre Verratti que hace que se pierde la vuelta.

Pasada esa primera media hora asfixiante, el Madrid comenzó a respirar. Lo hizo a través del balón. Largas posesiones para sacudirse el dominio rival y, sobre todo, para evitar que le crearan ocasiones y que Mbappé siguiera haciendo daño. Eso sí, sin llegadas claras, solamente un cabezazo de Casemiro a la salida de un córner que se fue pegado al palo.

Tras el descanso, el choque volvió a ser un asedio al área madridista. Un poderoso zapatazo hizo que Courtois, en estado de gracia, se luciera con una gran mano abajo y al portero belga se le acumuló el trabajo: tuvo que salir ante Mbappé, despejar un disparo de Nuno Mendes y blocar otro de Leo Messi.

Pero el momento clave llegó a la hora de juego, de nuevo con Mbappé como protagonista. Recortó a Carvajal y el lateral, de nuevo superado, le derribó. Penalti claro. Messi fue el encargado de lanzarlo y Courtois se disfrazó de nuevo de superhéroe: voló a su izquierda para repeler el lanzamiento del argentino.

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Ancelotti movió el banquillo, dando el necesario relevo a Carvajal (entró Lucas) y metiendo en el campo a Rodrygo por el desaparecido Asensio. Eso si, el balear no fue el único, a Benzema ni se le vio y Vinícius estuvo muy desafortunado. Poco después entraron Hazard por el brasileño y Valverde por Modric para dar aire al centro del campo.

El Real Madrid rezaba por que el colegiado pitara el final del encuentro, superado en cada duelo y con Neymar y Mbappé buscando el gol constantemente. Y el destino quiso que fuera el galo, el objeto de deseo de todo madridista, el que demostrara al mundo su calidad con una obra de arte. 

Encaró a Lucas y Valverde, se fue de ambos con una facilidad pasmosa y definió sobre la bocina para dar ventaja al PSG.