El concepto 'burbuja' se ha convertido en una constante en cualquier competición deportiva, especialmente en algunas como el tenis. El Mutua Madrid Open no es ajeno, y todos los competidores tienen que someterse a la disciplina de la organización para evitar contagios que les mande fuera de competición.
Esto obliga a cambiar las costumbres con respecto a años anteriores, y el mejor ejemplo es lo que ha tenido que hacer Rafa Nadal, la gran estrella mediática y deportiva de este torneo. El mallorquín no debuta hasta la próxima semana, pero sin Djokovic y Federer tiene oportunidades serias de volver a levantar el título en la capital. Tendrá que pasar sobre Thiem, Tsitsipas, Medvedev, Rublev y demás de la llamada NextGen, que no están dispuestos a dejarse avasallar.
Por eso no ha permitido que las obligatorias medidas de precaución le impidan prepararse. Nada más aterrizar en Madrid, se sometió a un test PCR y, mientras esperaba el resultado (que dio negativo) decidió irse a La Finca para empezar a entrenarse en altura. La diferencia entre la pista del Conde de Godó y la del Mutua Madrid Open, entre otras, es la altitud y los 667 metros sobre el nivel del mar.
Una vez confirmado que estaba libre de infección, el jueves dejó la exclusiva urbanización de Pozuelo para dirigirse al hotel de la organización, de donde no podrá salir hasta que deje Madrid: sólo podrán dirigirse a la Caja Mágica para jugar sus partidos. En el recinto madrileño ha planificado una doble sesión de trabajo de casi tres horas por jornada.
A las órdenes de Carlos Moyá, el manacorense ya se ha adaptado a la perfección a la tierra de Madrid, e incluso ha podido reencontrarse con su tío Toni, que está ahora al frente del equipo del joven Felix Auger-Aliassime.
Del duelo de este lunes entre el francés Adrian Mannarino y el diamante español Carlos Alcaraz saldrá el primer rival de Nadal en este torneo madrileño.
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