IRENE LOZANO. ESCRITORA
OPINIÓN

Ser pobre es malo para la salud

Periodista, escritora y política.
Periodista, escritora y política.
JORGE PARÍS
Periodista, escritora y política.

Los pobres mueren antes. Me lo dijo hace un par de años un directivo de Cáritas: la esperanza de vida en el barrio de Orcasitas es siete años menor que en el de Salamanca, ambos en Madrid. Cuando se empezó a hablar de ‘pobreza crónica’, se nos sugería su parentesco con la enfermedad. Ahora los científicos lo confirman: ser pobre es un factor de riesgo más amenazador que muchas dolencias. Si la diabetes acorta la vida en casi cuatro años, la hipertensión en 1,6 y la obesidad en 0,7, resulta que la pobreza te quita dos años de vida, por término medio.  Apenas resulta sorprendente. Si pasas frío, si te alimentas mal y te cuidas poco, porque no puedes pagarte el dentista o el psicólogo, el cuerpo se resiente. Los gobiernos insisten en su ‘racarraca’ de deporte, lechuga y sonrisa. Nada más. La pobreza mata callando.

Un grupo de científicos ha publicado un estudio en la prestigiosa revista The Lancet que demuestra las consecuencias directas de la pobreza sobre la salud. Se preguntan, y urgen a los gobernantes a contestar, por qué no hacen nada para disminuir la desigualdad. ¿Por qué se comportan como si no se pudiera cambiar? ¿Por qué no se gastan en los pobres el dinero que dedican a las campañas antitabaco? Serían carteles muy verdaderos: "la pobreza mata", "la desigualdad daña a tu futuro hijo". Pero las autoridades sanitarias no te advierten. A ver si responden los 17 consejeros autonómicos de Sanidad y la ministra Dolors Montserrat: que a lo mejor hacen algo o quizá no, pero tal vez quién sabe lo subimos o igual lo bajamos.

Ortega escribió aquello de "yo soy yo y mi circunstancia". Si te toca vivir en un país cada vez más desigual, como el nuestro, puedes trabajarte los abdominales del yo en una colchoneta y fumar poco, pero te tiene que ayudar la circunstancia. Si eres pobre, tienes más probabilidades de morir de forma prematura, aunque también está demostrado que,, allí donde hay más desigualdad, también los ricos tienen más probabilidades de sufrir crímenes violentos obesidad o depresión. Todos estamos conectados.

Como el ascensor social se ha detenido y hay millones de personas frustradas entre dos plantas, cada vez se cree uno menos lo de esforzarse y trabajar para mejorar. Muchas de esas personas descreídas reniegan de una democracia que les da la espalda y un buen día votan a los Trump de este mundo. La desigualdad los está cebando y aún veremos monstruosidades antes de que les llegue su sanmartín.

La pobreza es vivir peor y morir antes. Tiñe las relaciones entre las personas. Cae sobre la evolución política del mundo. Y al parecer, aún hay gobernantes que dudan si incluirla o no en su agenda.

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