'La familia Addams': el musical que hace de lo macabro virtud

  • El gamberro espectáculo para público familiar tiene el humor negro por bandera.
Parte del elenco de 'La familia Addams' durante uno de los números musicales del espectáculo.
Parte del elenco de 'La familia Addams' durante uno de los números musicales del espectáculo.
LIGHUEN DESANTO
Parte del elenco de 'La familia Addams' durante uno de los números musicales del espectáculo.

El celebrado resurgir del teatro musical en nuestro país tiene en La familia Addams uno de sus referentes más gamberros e identificables con el concepto de entretenimiento.

No en vano se trata de un espectáculo apto para toda la familia, si bien por parte del público infantil puede requerir cierta madurez debido a sus referencias de tipo sexual (bien traídas, verbales, sencillas, pero referencias de tipo sexual al fin y al cabo) y a la base macabra de su humor. Ese humor macabro es la principal característica del show.

Como ocurría en sus versiones televisivas y cinematográficas (con origen en una tira cómica publicada en The New Yorker en 1938), se nos presenta aquí a la emblemática familia que obtiene felicidad de la tristeza y placer del dolor, y que sueña con la muerte y el sufrimiento.

Pero en esta ocasión, una de las mayores pesadillas del matrimonio formado por Gómez y Morticia se ha hecho realidad: su hija, Miércoles, se ha enamorado de un chico… 'normal', lo que les va a dar —a ellos, a sus 'consuegros' y al respetable— una lección sobre el respeto a las diferencias y lo absurdo de los prejuicios. Pero no es la reflexión que suscita la mayor virtud de La familia Addams, sino el tratamiento que hace del nuclear humor macabro.

En primer lugar, por cómo logra convertir lo tétrico en pura diversión, algo que en el espectáculo queda reforzado por la música, de Andrew Lippa. En directo suenan y se cantan desenfadadas piezas con base latina (Gómez tiene ascendencia española), de jazz o swing, arrevistadas, baladas... Libreto y letras no solo se han traducido al castellano, sino que, igual que los gags, se han adaptado con gran acierto al público español.

Y en segundo lugar, por su plasticidad, por cómo se lleva lo macabro al plano estético. Escenografía, vestuario, coreografías y efectos especiales redundan en una celebración visual… de muerte, en la que participan una veintena de actores y seis músicos. Dirige Esteve Ferrer.

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