ROSALÍA LLORET. PERIODISTA Y EXPERTA DIGITAL
OPINIÓN

¿Qué sienten los robots?

Rosalía Lloret, periodista.
Rosalía Lloret, periodista.
JORGE PARÍS
Rosalía Lloret, periodista.

No es una pregunta metafísica… Me refiero a los sentidos, no a los sentimientos. También en este ámbito, los robots han estado muy limitados con respecto a los humanos, al menos hasta ahora. Sus únicas percepciones proceden de los sensores que lleven instalados (si es que llevan). Y en esto compiten en franca desigualdad con los seres vivos. La piel no es solo el órgano más extenso de los humanos, recubriendo todo nuestro cuerpo, sino que también es nuestro principal sistema sensorial, nuestro nexo con el mundo exterior. Y cada centímetro de piel dispone de cientos de terminaciones nerviosas que nos permiten sentir frío, calor, dolor, contacto o presión. ¿Han probado a tocarse un pelo? Unos receptores en cada folículo aprecian incluso cuando se curva cada cabello.

Pero ahora unos investigadores de la Universidad de Minnesota quieren dotar de ‘piel’ y, con ella, de nuevos sentidos a los robots. El grupo de bioingeniería liderado por el profesor Michael McAlpine ha desarrollado un proceso para la impresión en 3D de una especie de tejido electrónico sensitivo y extensible como nuestra piel. La nueva piel biónica de McAlpine podría permitir a los robots ‘sentir’ todo su entorno de una manera más parecida a los humanos. Algo que, por ejemplo, serviría para que los robots usados en cirugía no invasiva percibieran por sí mismos el roce o contacto, en lugar de confiar únicamente en la cámara y la mirada del cirujano al otro lado.

La multiplicación de perceptores sensoriales que permite la nueva piel biónica de la Universidad de Minnesota facilitará en gran medida la sutileza de movimientos de los robots, algo especialmente importante en su contacto con los humanos. Como ya escribía en una columna anterior, grandes compañías como Disney llevan años trabajando en tecnologías que permitan una interacción completamente segura entre robots y niños, por ejemplo para su uso como guías o como personajes de animación en parques de atracciones (nada fácil teniendo en cuenta la imprevisibilidad –y en ocasiones también la crueldad– de algunos de los pequeños).

Pero la nueva sensibilidad de los robots podría dar también mucho juego a los adultos, por ejemplo en su interacción con androides 'sexuales', una industria en pleno desarrollo (el Congreso Internacional de Amor y Sexo con Robots en el Reino Unido ya va por su tercer año…). Los futuros robots eróticos no solo serían la sublimación de los actuales juguetes sexuales, siempre atentos a nuestras demandas, sino que además se comportarían con la suavidad requerida para tan sofisticada tarea.

La nueva tecnología de McAlpine no solo permite dotar de sensibilidad ‘humana’ a los robots, sino que, también en sentido contrario, podría implantar electrónica de una forma rápida y sencilla en los seres humanos. Su nuevo proceso 3D puede imprimir tejidos-sensores en la propia piel humana, que podrían ser usados, por ejemplo, para monitorear la salud de quien los lleva, para almacenar energía o por parte de soldados en el terreno para detectar automáticamente agentes químicos o explosivos peligrosos.

De hecho, la nueva procesadora 3D de Minnesota utiliza ‘tintas’/materiales que solidifican en frío (a diferencia de la mayor parte de las impresoras 3D), lo que facilita su uso sobre la piel humana. Cuatro inyectores se encargan de imprimir las diferentes capas de cada sensor: una capa base de silicona, electrodos de tinta conductora, un sensor con forma de bobina y una capa protectora que desaparece una vez que todo se ha secado. El resultado es un tejido-sensor flexible que puede extenderse hasta tres veces su tamaño y que, en los primeros experimentos, ha mostrado una sensibilidad superlativa, según Michael McAlpine. ¿Tendremos que implementar pronto el test Voight-Kampff de Blade Runner para distinguir humanos de androides?

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