"He percibido que las circunstancias han cambiado". El Rajoy que vimos ayer no es el Rajoy que se presentó a desgana al debate de investidura en agosto. Esta vez lo hizo con la mano tendida, prometiendo pactos y con especial cuidado en no poner más piedras en el camino a su cooperador necesario, el PSOE. Se sabe presidente y quiso no complicarles aún más su decisiva abstención. Habló de "situación inédita", de "excepcionalidad", de que está claro que "nadie tiene que renunciar a sus principios". Todo sucede exclusivamente porque "España necesita un gobierno con urgencia". Vamos, que intentó dar toda la cobertura posible al PSOE sin caer en citarlos expresamente, salvo al reconocerles su papel fundamental en la próxima financiación autonómica. Ayer vimos al Rajoy pactista midiendo al milímetro. Probablemente hoy –en el cuerpo a cuerpo– tocará ver a otro Rajoy más beligerante.

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