ISASAWEIS. ESCRITORA Y BLOGGER
OPINIÓN

Qué bonitas las nubes naranja

Isasaweis, colaboradora de 20minutos.
Isasaweis, colaboradora de 20minutos.
ISASAWEIS
Isasaweis, colaboradora de 20minutos.

El viernes quedo con un chico en Madrid para cenar. Ha reservado, con esfuerzo porque estaba todo lleno, en Tatel a las 23h. Me parece una suerte, me encanta el restaurante, no tengo mucha hambre, así que cenar tarde es ideal y además Google dice que estoy a sólo 9 minutos caminando.

Me pongo guapa, cojo mi bolso nuevo del loro (que me encanta) y mis sandalias de Ruth Amaya, monísimas pero comodísimas (que voy a caminar, aunque sea poco), y salgo.

Hace una temperatura fantástica, el cielo está precioso, de ese azul que aún se resiste a ser noche y salpicado de nubes naranjas. Me suena el iPhone (casi nuevo), un amigo me envía un audio. Le respondo y me contesta entre risas que siente chafarme el romanticismo, pero que el color de esas nubes que tanto me gustan es debido a la contaminación. "Ya no volverás a verlas igual", termina. Sonrío, vuelvo a mirar a mis nubes naranjas y entro en Tatel.

Whatsappeo a mi acompañante que se retrasa y le parece estupendo que vaya pidiendo dos verdejos. La chica me ofrece un plato de chips de hortalizas que la pobre me tira por encima. Me agacho a recogerlos y de paso pienso que vaya maravilla las sandalias, el paseo y un rato de pie en la barra y estoy como una lechuga. La camarera parece apurada y yo espero que no se haya sentido mal.

Tras un rato charlando, nos llevan a la mesa, le dejo pedir a él (a mí me gusta todo) y voy al baño. Sonrío a la chica de la limpieza y pienso que qué bonito y limpio está todo.

Cierro la puerta, apoyo el bolso en la cisterna, me giro y plum #madredelamorhermoso, el bolso (abierto) directo al WC. Lo cojo rauda y plum, móvil y cartera al agua #aydios Rescato el móvil lo primero (el dinero es el dinero, pero el móvil es otro nivel). La pantalla empieza a ponerse morada, intento entrar en whatsapp y no responde, y plof, se apaga. En cuclillas y bendiciendo mis sandalias por enésima vez, me lío a coger papel higiénico y a secar el móvil, que escupe agua sin parar. Continúo así unos 10 minutos, pero nada, ha muerto y debo aceptarlo. Seco la cartera y el resto de cosas, armo la de #diosescristo con el papel higiénico y vuelvo a la mesa toda digna a pesar de que he debido estar en el baño media hora y mi acompañante debe de estar flipando.

Una faena lo del móvil, pero como decía aquél "vaya disgusto que me voy a pillar el lunes", ahora no voy a perderme una noche tan agradable por pensar en eso.

Disfruto de la cena y de la conversación y a la hora de pagar veo que las tarjetas están pegadas, los billetes chorreando así que le confieso a mi acompañante entre risas mi odisea bañil #yeloquehay.

Salimos del restaurante para ir a la terraza del Círculo desde donde se ve el cielo de Madrid. Vuelvo a mirar a las nubes naranjas y me siguen pareciendo preciosas. Y es que, es así, no vemos las cosas como son, sino como somos.

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