Asesinado a los 11 años para castigar a su madre. El caso de A Coruña consolida una pauta criminal en la galería de los horrores. La violencia de género se extiende por imitación a los menores como si los monstruos necesitaran sofisticar su maldad. Esta vez el asesino tenía antecedentes de órdenes de alejamiento y problemas psiquiátricos. El fallo del sistema no puede ser más estrepitoso. A veces parece que vamos a peor.
OPINIÓN10.05.2017 - 06:31h
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