CARMELO ENCINAS. DIRECTOR DE OPINIÓN DE 20MINUTOS
OPINIÓN

El efecto cuna no afloja

Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.
Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.

El que tiene padrino se bautiza. Planteado así el dicho popular puede quedar algo anticuado, porque España dejó de ser, hace mucho, la 'reserva espiritual de Europa', pero la idea de fondo sigue vigente. Varios investigadores han coincidido en constatar que las familias pudientes logran transmitir su ventaja social a los hijos al situarles en mejores puestos de trabajo y con sueldos mayores que los de procedencia más humilde. En realidad, no hay que romperse mucho la cabeza para advertir que los recursos económicos, el mayor nivel de formación y las relaciones sociales de su familia influyen, de manera determinante, a la hora de encajar a un chaval en el mercado laboral. El que más y el que menos ha observado algún caso a su alrededor del clásico muchacho que nunca destacó demasiado y que consigue colocarse por arte de birlibirloque.

A ningún padre se le puede reprochar el que utilice sus recursos en formar, lo mejor posible, a sus vástagos y hacer todos los esfuerzos que sea menester para situarlos en las mejores condiciones de inserción laboral. El propio Felipe Gonzalez a los pocos días de acceder al poder, en diciembre del 82, aseguraba entender a cualquier padre que utilizara los medios a su alcance para sacar adelante a un hijo torpe.

Veinticinco años después, el efecto sigue vigente hasta el extremo de que en la actualidad las diferencias salariales entre los individuos de origen social más alto y lo del más bajo llegan a oscilar entre el 15 y el 30%. El dato aparece en un trabajo publicado por el Observatorio Social de La Caixa sobre 'situación laboral y origen familiar en Europa' en el que han participado economistas de varias Universidades. Según ellos, en España e Italia (precisamente los dos países de la UE donde los lazos familiares tienen mayor relevancia) es donde la buena cuna facilita más el acceso a puestos de trabajo estables y mejor pagados. Sin embargo, y curiosamente, la situación financiera de los progenitores durante la adolescencia de sus hijos apenas parece influir en la probabilidad de encontrar un primer empleo. De ello cabría deducir que los jóvenes menos agraciados en la escala social y, en consecuencia, con menores posibilidades de apoyarse en la familia, tienden a desarrollar antes la habilidad de buscarse la vida por su cuenta.

Es obvio que en nuestro país la familia empuja mucho y no será fácil corregir los favoritismos y desigualdades que en el mercado laboral se derivan de ese sentimiento de protección del nido propio de la condición humana. La única receta posible es la educación y que el dinero público en ella empleado contribuya a nivelar, en lo posible, las desigualdades que origina. Ello se consigue, en gran medida, con una política de becas eficiente que no imponga, como se ha llegado a plantear, exigencias heroicas a sus potenciales beneficiarios. Solo un acceso universal efectivo a la formación puede aminorar el efecto cuna.

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