Una victoria sin florituras ni concesiones. Eso es lo que necesita el Barça. No hay más opción.
Los azulgrana están obligados a ganar al Madrid para cambiar los fantasmas de lado, para que las dudas se disipen y se siembren en el bando contrario. Porque así va esto: un día empatas con un Segunda B y estás hundido, y al siguiente le ganas al eterno rival y subes a lo más alto.
"¿Cómo ves el clásico?", me preguntó este jueves una amiga. "Difícil", le contesté. Se sorprendió. Pero las dudas en Barcelona son infinitas.
No creo que vayamos a ver un partido con muchos goles y filigranas. Ningún equipo puede (ni debe) arriesgar y el Barça tiene que saltar al césped sin prisas pero con intensidad para evitar hundirse a 9 puntos del líder y posiblemente caer a la tercera plaza. Como para dormirse a la hora de la siesta...
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