G-8, G-20 y Davos: ¿sirven para algo estos foros económicos?

Davos, la localidad suiza donde se celebra el Foro Económico Mundial
Davos, la localidad suiza donde se celebra el Foro Económico Mundial
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Davos, la localidad suiza donde se celebra el Foro Económico Mundial

En la residencia de descanso de Barak Obama en las montañas Catoctin de Maryland se dan cita este  fin de semana los líderes del G8, con una agenda compuesta por la crisis de la deuda en Europa, el programa nuclear en Irán y la situación en Siria.

Las cumbres al más alto nivel tienen su origen en la conferencia de Bretton Woods de 1944, que definió el orden internacional que regiría al mundo capitalista de la posguerra. Actualmente, cada año hay una reunión de Davos, otra del G-8 y otra del G-20, citas que traen y llevan de una punta a otra del mundo a cientos de líderes mundiales, sin que tengan muy probada su eficiencia.

Las cumbres

El G-8: Los orígenes del G8 se establecen en 1973, cuando se reunieron los ministros de finanzas de las seis potencias más industrializadas: Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental, Italia, Francia y el Reino Unido. Más tarde se unirían Canadá y Rusia. La finalidad de estas reuniones es analizar el estado de la política y las economías internacionales e intentar aunar posiciones respecto a las decisiones que se toman en torno al sistema económico y político mundial. Desde hace unos años el grupo ha perdido fuerza, por el empuje de los países emergentes. España fue invitada en 2009 a la cumbre de Italia. La próxima cita será en mayo en Francia. En las últimas cumbres se ha criticado la laxitud de algunas de sus medidas. Por ejemplo, un acuerdo alcanzado en 2008 para combatir el cambio climático cuyos efectos no se notarán hasta el año 2200.

La cumbre que empieza este viernes en Camp David no es una cualquiera. Los líderes saben que tienen por delante la tarea de definir la salvación de la eurozona.

El G-20: El grupo de los veinte ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales se estableció en 1999 para reunir a las economías industrializadas y las emergentes para debatir cuestiones clave en la economía mundial. Desde 2009 el organismo ha desbancado en importancia al G-8. España ha logrado la condición de "invitado permanente". Las divisiones internas por la crisis han abierto brecha entre los dos tipos de economías. La última cumbre, celebrada en Seúl, acabó con un acuerdo de mínimos, aunque a veces por el tono de las conversaciones pareció que el grupo se iba a romper.

Davos: Una fundación sin ánimo de lucro organiza desde hace 41 años una asamblea anual en un complejo turístico de los Alpes suizos donde reúne a los directores de las 1.000 empresas miembros del foro, además de políticos selectos, representantes de academias, organizaciones no gubernamentales, líderes religiosos y los medios de comunicación. Considerada la 'catedral del capitalismo' se jacta de escuchar a todas las corrientes socioeconómicas. De ser una fiesta del capitalismo, recientemente y por la crisis, se ha mudado a un tono más agorero. Es aquí, de hecho, donde varios economistas alertaron hace tres años de la crisis de las hipotecas subprime se extendería a los mercados financieros. Su principal valor es ese, precisamente, escuchar las más diversas teorías económicas.

Las críticas

La crisis económica ha disparado el nivel de criticismo hacia estos foros, que ya no es un monopolio de antiglobalizadores y anticapitalistas. Recientemente, hasta Nicolas Sarkozy advertía de que para que este organismo "sea creíble debe ser eficaz", sobre todo ante los tibios resultados de la última cumbre.

Ni la prensa que más medios y espacio dedica a cubrir el foro de Davos ahorra en dardos envenenados: "Davos 2011, ¿Quién necesita otro foro económico?" se preguntaba la semana pasada la BBC británica. "¿Sirve de algo tanto hablar?", inquiría el Telegraph. "¿Y si Davos realmente funcionara?" titulaba irónico un artículo de Huffington Post.

La asamblea anual de Davos ha sido menospreciada en los últimos años por ser una “combinación de pompa y lugares comunes” y ha recibido críticas por dejar los asuntos económicos importantes.

La visión de Fátima de la Fuente, catedrática Internacional de Economía Financiera en la Universidad Complutense, es que "siempre es útil reunirse para hablar", pero coincide con la idea de que estas cumbres mundiales se encuentran en punto muerto: "La dificultad que veo es que, en más ocasiones de las que me gustaría, las buenas intenciones que hacen que estas cumbres existan suelen quedarse en gestos de buena voluntad", explica, "pienso que sería necesario alcanzar un mayor grado de compromiso".

La receta de la profesora De la Fuente para que la cita suiza y otras futuribles fueran más útiles y mejor apreciadas socialmente, es valentía: "Que de ellas"saliésemos de acuerdo en que hay que diseñar un nuevo sistema que sustituya al actual, demasiado basado en la maximización de beneficios y muy poco enfocado en la maximización del bienestar social. Hacia este último es donde propongo que debemos dirigir nuestros pasos".

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