Con "Por el placer de volver a verla", texto de tintes autobiográficos, el autor quiso rendir homenaje a su madre, que murió prematuramente de cáncer unos años antes de que Tremblay lograra sus primeros éxitos como dramaturgo. Se estrenó en el Théâtre du Rideau Vert de Quebec (Canadá) en agosto de 1998, con críticas unánimemente entusiastas.
En la obra, un dramaturgo —el propio Tremblay— invoca la memoria de su madre, Nana, y el espectador asiste a varias conversaciones entre madre e hijo a lo largo de los años: regañinas, charlas sobre teatro o literatura o exagerados relatos familiares.
Se trata por tanto de una comedia tierna en la que el público ríe, se emociona y comulga con las vidas, historias y sentimientos de los protagonistas. Esta vez Miguel Ángel Solá interpreta al autor, que evoca con devoción a su madre, Nana (Blanca Oteyza), un personaje campechano y desconocido pero rebosante de ingenio, energía y sabiduría popular. Los debates con su hijo, aunque ilustran dos maneras de afrontar la vida, se resuelven en un derroche de humor y cariño.
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