Las farmacias exigirán la tarjeta sanitaria para medicinas con receta

A partir de enero. Cada tres meses, Sanidad nos enviará una carta con los medicamentos que hayamos adquirido y lo que cuestan.
Guarde espacio en su cartera para una tarjeta más porque, a partir del próximo mes de enero, la SIP (tarjeta sanitaria) será imprescindible para comprar los medicamentos en la farmacia.

Así, cuando un usuario acuda a una de las 2.000 boticas de la Comunidad tendrá que presentar la tarjeta y la receta (los fármacos sin prescripción se venderán sin tener que mostrar el carné SIP). El farmacéutico pasará la tarjeta por un lector y quedará constancia del medicamento adquirido.

El sistema permitirá conocer qué mecidinas ha consumido cada paciente y cada tres meses nos llegará una carta a casa con un listado de los productos que hayamos comprado y el coste que han supuesto para la Sanidad.

Otra de las aplicaciones es que se sabrá la procedencia de los usuarios por lo que «medicamentos dispensados y subvencionados por la Generalitat a las personas que no residan en la Comunidad se facturarán a su autonomía o a su país de procedencia», según explica el conseller de Sanidad, Vicente Rambla.

A los que vienen de otros países y no tienen tarjeta se les dará un número SIP y a los de otras comunidades les valdrá su tarjeta. La información obtenida en las farmacias se remitirá a los colegios de farmacéuticos, que enviarán los datos a Sanidad.

Según Rambla, «se podrá saber si el usuario compra siempre el fármaco después que se lo prescriba el médico o, por ejemplo, si un jubilado ha comprado algo que no le corresponde», aunque no se reclamará ni un euro a los pacientes.

No entiendo la letra del médico

Este sistema de lectores (acordado en 2004 por Sanidad y los colegios de farmacéuticos y que ya funciona en Cataluña y Galicia) es «el paso previo a la receta electrónica (el médico prescribirá el fármaco a través de un programa informático y el farmacéutico sabrá qué debe recetar con sólo pasar la tarjeta SIP)», asegura Vicente Rambla. Será el fin de las recetas ilegibles. De momento, los farmacéuticos ya están haciendo cursos para implantar los lectores y prevén que, incluso, habrá que contratar a una persona más por botica para atender bien al usuario.

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