Es decir, se piensa si aprueba la reforma que permitirá al gremio seguir, o no, subsistiendo.Ahora bien, este proceso de decisión se parece en todo a un modelo de simulación, una especie de realidad virtual obligatoria que es preciso asumir como se asumen otras combinaciones digitales. Sea cual sea, tendremos que tragar. Y es que, estas cosas, tienen lugar de todas maneras y siguen su curso en contra de cualquier necesidad real. Las decisiones seguirán tomándose, circulando entre las élites, por los expertos y los estrategas sin consideración alguna para la opinión colectiva.
Nuestra impotencia es total, a pesar de, o en función de, la información a la que estamos acostumbrados. Lo hemos visto otras veces (¿recuerdan los olivos?): la información fue total, pero sin consecuencias.
Entre tanto, más de 2.685 familias deshojan la margarita: ¿nos darán permiso para sobrevivir? ¿Sí? ¿No? ¿Quién sabe? En el fondo todo ocurre contra nosotros. Aunque sea irracional. O precisamente por eso.
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