La investigadora de la Universidad de Granada Francisca Dolores Serrano ha analizado durante el curso 2004-2005 el desarrollo de 31 niños disléxicos granadinos. «La conclusión es que en los centros educativos no reciben ningún tipo de tratamiento específico, por lo que en la mayoría de los casos sufren fracaso escolar y abandonan los estudios al cumplir los 16 años (cuando termina la enseñanza obligatoria)».

Esta situación, sin embargo, podría cambiar «si a los menores se les prestara la atención adecuada». En muchas ocasiones, afirma la experta, «se culpa al menor de los suspensos, cuando estos niños suelen tener un coeficiente intelectual bastante alto y no son ni torpes ni flojos».

La edad para detectar la dislexia se sitúa en torno a los ocho años, «cuando el menor no llega a alcanzar la fluidez lectora adecuada a su edad y empieza a tener faltas de ortografía».