Piso de 60 metros cuadrados, céntrico, muy luminoso y con cadáver incluido en el precio

Un vecino del inmueble de Madrid que tiene dos muertos a sus espaldas.
Un vecino del inmueble de Madrid que tiene dos muertos a sus espaldas.
JORGE PARIS
Un vecino del inmueble de Madrid que tiene dos muertos a sus espaldas.

Negociemos libres de miedo. Pero no temamos negociar. Las inmobiliarias han adaptado la cita de John F. Kennedy para la venta de viviendas donde sucedieron crímenes atroces, múltiples o mediáticos. Negociemos con miedo. Pero no temamos negociar. Ésa es la idea. Adaptar el precio de los inmuebles a su trágica leyenda. Y su único destino es la devaluación. E incluso el derribo por abandono.

La Audiencia Provincial declaró desierta la subasta de un dúplex en Murcia el pasado 10 de enero. Nadie pujó por un chalé adosado con garaje al precio irrisorio de 56.700 euros. El inmueble ocupa el número 13 de la calle Montesinos. Pero ése no fue el problema. Francisca González, una mujer inyectada en sangre, cocaína y alcohol, asfixió y estranguló la madrugada del 18 de enero de 2002 a dos de sus hijos con el cargador de un móvil. El terror es más respetable que una oferta excitante y exquisita. Incluso en épocas de crisis.

El pánico es proporcional a la suerte que hayan corrido los criminales. Los agentes inmobiliarios destacan la dificultad de vender una vivienda cuyo homicida respire –aunque sea entre barrotes– o comparta ADN con los cadáveres. Nadie quiere el piso de Teresa Macanás en Santomera (Murcia). Su hijo Ángelo la decapitó en el domicilio familiar en abril de 2008 con un cuchillo de grandes dimensiones. Envolvió la cabeza en un trapo y paseó por la plaza de la Iglesia mientras gemía "...ahora estás callada. Te quiero mucho".

La clave perfecta: "No contarlo"

Ángelo permanecerá ingresado en un centro psiquiátrico penitenciario los próximos veinte años. Pero el miedo a que regrese a su hogar cuando recupere la libertad aterra a potenciales compradores. "Es probable que el agresor decida volver a la vivienda para recuperar sus pertenencias o como simple venganza por ser desposeído de su hogar", explica el psicólogo José Antonio Tamayo.

La fórmula se repite en crímenes como el ocurrido en Pozuelo de Alarcón, donde el moldavo Pietro Arcán asesinó al abogado Arturo Castillo en 2001; y es probable que el piso recién embargado a Miguel Carcaño –autor confeso de la muerte de la joven Marta del Castillo y donde se habría cometido el homicidio– corra la misma suerte, según analistas inmobiliarios.

Existe la fórmula perfecta para recolocar escenarios de crímenes: "No contarlo". Las agencias no están obligadas a revelar historias de corte Allan Poe basadas en hechos reales. Y los propietarios no pueden reclamar la presencia de poltergeist una vez adquirida la vivienda. Pero la cuadratura del círculo es el precio. Un piso de 150 m2 ubicado en el corazón de la Gran Vía madrileña por 100.000 euros "se vende hasta con Chuky". Matiza Óscar Martínez, experto inmobiliario.

El doble homicidio de la calle Oso

La búsqueda de piso le condujo a la madrileña Calle del Oso, 21. El inmueble necesitaba una reforma integral. Pero era luminoso. Exterior. Céntrico. Y asequible. Mario pagó la entrada. Derribó tabiques, decoró los 60 m2 de apartamento y entró a vivir. Instalado en su nuevo hogar con Íñigo, descubrieron el primer homicidio todavía sin resolver. La vecina Dolores les narró la muerte de Antonio Santos.

Era peluquero, supuestamente homosexual, moderno y vividor. La propia Dolores lo encontró el 12 de febrero de 1978 en su cama, desnudo, maniatado y estrangulado con dos corbatas. Hubo segunda parte. Otro cadáver apareció destripado en el rellano del piso de Mario. Sólo dos años antes de que comprase la vivienda. El asesino resultó ser un joven ecuatoriano y arrendatario de la vivienda. Una discusión en una noche de juerga casera terminó con un joven apuñalado y destripado en el descansillo del tercero.

"El homicida dijo que había muerto por causas naturales, pero era obvio que había sido apuñalado", cuenta Fernando, vecino y conocido del asesino. "Si hubiésemos sabido el pasado siniestro del inmueble nos hubiese dado un poco de tirria, pero Mario lo hubiese comprado de todas formas", matiza Íñigo.

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