Quiere más y sus hijas, también. Y por eso ellas han recuperado algunas de las primeras creaciones del cantautor cubano para que su padre las interprete en su nuevo disco, Como un campo de maíz.

¿Se habrán olvidado de mí? Eso debía preguntarse el antiguo compañero de Silvio Rodríguez en la trinchera musical de los setenta. Y para comprobarlo, nada mejor que pasar por el estudio y subirse de nuevo al escenario. Para lo primero, cinco canciones compuestas entre los 18 y los 21 años, un puñado de estribillos nuevos y dos homenajes: uno al pintor Fabelo y otro al poeta chileno Pablo Neruda, de quien ha musicado Para mi corazón basta tu pecho.

Antídoto contra lo gris

Réquiem para un amor o Mi esperanza, dos de esas viejas canciones que jamás habrían visto la luz sin el empeño de Haydée, su hija mayor, insisten en el credo que ha hecho de Milanés un clásico entre los suyos, una referencia sentimental para varias generaciones que han visto en la voz del cubano un antídoto contra lo gris.

A su campo de maíz convoca el autor de Amo esta isla a los que, como él mismo, renunciaron a la política para hacer una revolución en la que sí cabe lo banal.

* Sala A! Avda. de Beiramar, 113. Hoy, 23.00 horas. Entrada: 28 euros.

Seis cuerdas para cambiar el mundo

La revolución se puede hacer cantando

Natural de Bayamo (Cuba), donde nacióel 24 de febrero de 1943, Pablo Milanés

se formó como músico en la década de los cincuenta. Mientras Fidel Castro y su ejército de barbudos preparaban el asalto al régimen de Batista, el compositor de Te quiero porque te quiero fusionaba el son de su tierra con ritmos hermanos como el corrido mexicano o el bolero de Lucho Gatica. Pero la fama y la proyección internacional le llegarían a Milanés mucho más tarde y junto con Silvio Rodríguez, otro de los iconos del seísmo revolucionario de 1959. Ambos fundaron en 1972 la Nueva Trova Cubana, un intento de modernizar la tradición musical del país de José Martí a la que pronto se unirían, entre otros, Amaury Pérez y Vicente Feliu.