Un arzobispo compara la situación de los médicos con el aborto a la vivida con Hitler

  • Se impone a ciertos profesionales una obligación similar a "las que tenían los oficiales en los campos de concentración", afirmó.
  • Lo dijo en la homilía del domingo en la catedral de Granada.
  • Una de las enmiendas acordadas en la norma regula la objeción de conciencia para los profesionales sanitarios.
El arzobispo de Granada, Javier Martínez, comparó en la homilía del pasado domingo en la catedral de la ciudad la situación en la que la reforma de la Ley del Aborto coloca a "miles de profesionales" sanitarios con la que tuvieron que afrontar los médicos o soldados "bajo el régimen de Hitler o de Stalin" o en cualquiera de las dictaduras del siglo XX. Arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez.

Martínez consideró que ha habido "pocas imágenes más tristes" que la que ofrecieron los parlamentarios "aplaudiendo lo que por fin se ha convertido en un derecho: matar a niños en el seno de la madre", informó este martes en un comunicado la Oficina de Información de los Obispos del Sur de España (Odisur).

Una de las enmiendas acordadas en la norma regula la objeción de conciencia para que puedan practicarla los profesionales sanitarios que puedan estar "directamente implicados" en la interrupción de un embarazo y no quieran hacerlo. El nuevo texto también incluye que los alumnos de Medicina y Enfermería deberán aprender cómo practicar un aborto.

"Matar al débil"

"¿Y a eso le llaman progreso?", se preguntó el arzobispo, para quien la norma pone a los profesionales en situaciones "muy similares" a las que tuvieron que afrontar los médicos o soldados "bajo el régimen de Hitler o de Stalin o de cualquiera de las dictaduras" del siglo XX y que "realmente establecieron la legalidad de otros crímenes menos repugnantes que el aborto".

Añadió que "es de cobardes matar al débil" y continuó: "Matar a un niño indefenso, y que lo haga su propia madre, da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella", agregó el arzobispo.

Y se la traga, añadió, "como si fuera un derecho: el derecho a vivir toda la vida apesadumbrada por un crimen que siempre deja huellas en la conciencia y para el que ni los médicos ni los psiquiatras ni todas las técnicas conocen el miedo".

Para el prelado, esta "licencia para matar no es más que un primer paso de la pérdida de libertad" de la sociedad y el primer paso, "gravísimo, que anuncia que estamos ya en una nueva y terrible dictadura". Es la humanidad "la que retrocede con este genocidio silencioso al que se nos invita y que ahora se promueve", un hecho que se impone a ciertos profesionales "como si fuera el mismo tipo de obligación que las que tenían los oficiales en los campos de concentración".

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